¿Por qué es tan importante la economía disruptiva?

¿Por qué es tan importante la economía disruptiva?

Vivimos tiempos de una nueva economía, la economía disruptiva. Estamos informacionalizados y globalizados. Todo cambia de forma abrupta y lo nuevo se convierte en obsoleto velozmente. Podríamos referirnos a la vieja economía, la nueva economía que llegó con las punto.com entre los año 90 del siglo pasado y el año del cambio de centuria, año 2000, y ahora a la economía disruptiva. Las empresas de la vieja economía tenían historia, crecían sosteniblemente, existían referencias y se conocía el mercado. Constaban de cierta fidelidad del equipo humano para con la empresa, más o menos podía haber una dimensión óptima del negocio. Las inversiones de estas empresas se concentraban en activos fijos materiales. A veces stock alto, mucho saldo de clientes y se valoraban siguiendo métodos clásicos… Es cierto que su capitalización a veces era escasa y que movían cifras más o menos abultadas de deuda, con el crédito bancario como eje primordial.

En cualquier caso, se disponía de estados financieros que mostraban su evolución empresarial, con dividendos así asá… Sus proyecciones financieras eran cabales, apoyadas sobre bases reales y sólidas. Había activos, tangibles unos e intangibles otros, aunque éstos en menor medida a lo que hoy acontece. Había ingresos cimentados en sus ventas, se incurría en gastos, se daban resultados ordinarios y a menudo afloraban los resultados extraordinarios… Así eran y así son las empresas tradicionales, las de la vieja economía, las clásicas, las de toda la vida. Cuando llegaron las punto.com estalló su burbuja. Entre los 90 y 2000, como apuntábamos, arrasaron. Eran la mayoría de ellas compañías sin historia, con crecimientos muy volátiles, mercados con incógnitas, trasiego de equipos humanos, dimensión desconocida y en sus balances los activos acumulaban costes de puesta en marcha, proyectos y pérdidas camufladas como gastos. Su capitalización se movía en mínimos y su endeudamiento creciente avizoraba de peligros. Sus estados financieros o, al menos la historia de los mismos, era inexistente, sus expectativas de ganancias sensacionales, sus dividendos cero patatero.

Las proyecciones eran de ensueño, lo que en catalán se traduce por fer volar coloms o somiar truites… Las punto.com subieron como la espuma, había fiebre inversora en lo que se aventuraba como los negocios del mañana, y se transaccionaban operaciones empresariales basadas en el método de valoración “AODBC”. ¿En qué consiste el método «AODBC»? En valorar una empresa “a ojo de buen cubero”, o sea, dependiendo de lo que a uno le interese. Entonces pasó lo qué pasó tras sobrevalorarse. Del punto.com al punto.pet. Cundió la bancarrota de las punto.com. ¿Cómo son las empresas de la economía disruptiva? Están escribiendo su historia con celeridad, crecen con vigor. Si cotizan en Bolsa su capitalización bursátil se dispara. Son adalides de lo que se da en llamar informacionalización: generan, procesan y aplican información basada en el conocimiento y cuentan con toda la potencia de la globalización sabiendo llegar directamente y sin intermediarios al consumidor final. Su dimensionamiento es liviano y siempre gira en torno al negocio principal. Denotan  espíritu startupero. Alma millennial.

Marcan el paso

Las empresas de la economía disruptiva, las que marcan el paso en este 2017, invierten en activos basados en intangibles —con todas las dudas que ello entraña a la par que con todas las bondades que se quieran ver— disponen de mucha liquidez, que les permite una especial capacidad para hacer negocios, su stock es muy prudente, entremezclan la industria con los servicios en lo que ya se da en llamar servindustria. Se esfuerzan en innovar, investigan y desarrollan. Están atentas a nuevos descubrimientos y aplicaciones, destinan sumas importantes a procesos de mayor productividad y reducción de costes. Cuentan con recursos propios entre buenos y excelentes, deudas ajustadas y siempre bajo un estricto control. Apenas recurren al crédito bancario y abarcan distintos sectores de actividad a partir del principal.

Los estados financieros de las empresas disruptivas son transparentes. Su información contable oportuna y adecuada. Reparten jugosos dividendos. Retribuyen al accionista satisfactoriamente y periódicamente ponen en marcha planes de recompra de acciones que benefician a sus accionistas. A unos por el precio que satisfacen por las acciones y a otros al reducir el número de acciones en circulación con el consiguiente aumento de beneficios y rentabilidades por título. Sus proyecciones financieras se fundamentan en sesudos análisis de datos y en el comportamiento de los mercados y consumidores. La productividad de las empresas disruptivas es muy buena. Sus ingresos eficientes. Sus gastos dimensionados y vigilados. Sus resultados centrados en sus actividades huyendo de atípicos y plusvalías extraordinarias. El mundo está cambiando. Lo bueno de lo tradicional se mantiene, los castillos en el aire desaparecen. Lo disruptivo suma y va haciéndose dueño de la situación. Pronto, Apple alcanzará una capitalización bursátil mayor que el PIB de España.

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