Speedo y Ralph Lauren, el patrocinio de la utopía
Después de 15 días de grandes emociones ligadas a unos Juegos Olímpicos de Río son tantas las imágenes con las cuales nos quedamos que es muy difícil elegir una para nuestro cajón de los recuerdos. En mi caso lo tengo claro. Sin quitar nada a los triunfos de españoles e italianos, que han sido muchos, he decidido retener para mi álbum la de una heroína y la del villano de Rio: Rafaela Silva y Ryan Lochte.
La noche del 8 de agosto, Rafaela Silva lloró, tembló de felicidad y abrazó a su entrenador, luego se tiró atrapada por un irrefrenable y muy emocionado ataque de alegría encima del público carioca que la devoró a besos, aturdido de alegría, pasión, emoción. Rafaela había ganado la final de judo categoría 57 kilogramos, la primera medalla de oro de Brasil en los juegos olímpicos de la ciudad carioca. ¡La fiesta y la felicidad se adueñaron de las calles! Pero desafortunadamente Cidade De Deus, la favela donde nació y vivió Rafaela, no tenía esa noche muchas razones para celebrar la hazaña de su campeona. Esa misma noche Cidade De Deus fue centro de una operación policial que acabó con tiroteos, heridos y sangre en las calles. Los fuegos artificiales que merecía Rafaela para celebrar su victoria fueron sustituidos por el fuego y los destellos de pistolas y armas de fuego, la triste realidad de casi todas las noches en ese barrio de eterna guerra.
Es una triste contradicción la de Dona Zenilda y Luiz Carlos, los padres de Rafaela, que por la mañana de ese lunes se dirigieron al Carioca Arena 2 para asistir a la victoria de su propia hija y luego se encontraron por la noche un tiroteo delante de la puerta de su casa.
Cuando se subió al podio a recoger su medalla de oro, la cara de Rafaela fue el espejo critico de la ceremonia de apertura de los Juegos y de los tonos hipócritamente alegres y jocosos con los cuales han sido representadas las favelas. Esta representación quería mistificar el miedo y el sufrimiento de las favelas, causadas por más de un siglo de marginación por parte del estado. Me chocó especialmente que las favelas se hayan enseñado al mundo como cajitas multicolores en contraste con las 77 mil expropiaciones realizadas por el evento olímpico. Es decir muy bonitas para enseñar al mundo como algo exótico para turistas pero poco importantes como para invertir dinero y hacer que sean un sitio más decente donde vivir con un poco de dignidad. Sí, porque todo el dinero invertido en los juegos ha ido a parar a pocos lobbies de poder, a una élite corrupta de un país corrupto donde cada día se invierte menos en sanidad, educación e infraestructuras. Un país donde padres como los de Rafaela tiene un sueldo medio de 1000 reais, unos 300 euros y que no han podido asistir a los eventos deportivos de una olimpiada en la cual para asistir a las competiciones más relevantes había que gastarse 2000 reais. Los padres de Rafaela como la mayoría de las miles de familias que viven en Cidade De Deus tienen cortes de luz y de agua constantes y para ellos la olimpiada ha sido una atracción de feria para turistas deseosos de emociones y de vivir una ciudad en fiesta sin problemas.
El triunfo de Rafaela es el triunfo de todos los brasileños pobres y la derrota de un País que es una eterna promesa y que nunca será una realidad, porque cuando la corrupción está tan metida en la sangre de una sociedad, por la venas de la gente el ADN está tan contaminado por la heces de la cobardía y el egoísmo, que ya no vislumbra camino para una solución.
Rafaela es mi heroína y la de todos aquellos que creen que hay oportunidades en la vida y ella es y siempre será desde ahora en adelante un icono de un rescate necesario para una sociedad podrida a la que ella no ha querido rendirse. En su lucha está el deseo de recuperar la dignidad de todo un pueblo.
Rafaela Silva es un oro olímpico que obligará el estado brasileño a admitir que las favelas existen y no solo en las postales para turistas.
Frente a Rafaela el villano de Rio ha sido el multimedallista Ryan Lochte. El nadador estadounidense y tres de sus compañeros inventaron un rocambolesco asalto a punta de pistola en Río de Janeiro para justificar los excesos de una noche de juerga que terminó con destrozos en una gasolinera próxima a la Villa Olímpica.
La investigación de la policía brasileña ha demostrado que el asalto nunca existió y los nadadores es probable que sean acusados de comunicación falsa de delito y de destrozos.
No se lo que pasará a nivel judicial con Lochte y sus colegas caprichosos y amigos de juergas en el momento y lugar equivocado, tampoco me importa por deciros la verdad. Lo que sí importa es que un deportista de elite tiene que ser y es una referencia para muchos jóvenes y sus mentiras son inaceptables como toda esta historia. Me he alegrado mucho de la contundente respuesta de Speedo y Ralph Lauren que junto con otras marcas multinacionales sponsor de Lochte han retirado los patrocinios al campeón americano.
Como soy un optimista empedernido y me gusta pensar que los milagros y la utopía existen, hago aquí un llamamiento a estas marcas para que puedan destinar el dinero retirado a este excampeón y exhéroe para patrocinar la carrera deportiva de Rafaela Silva y ayudar con ella a todas las favelas de Rio de Janeiro para que todo el dinero que no se ha invertido en ellas pueda ser de alguna forma recompensado.
Estoy seguro que sería una gran operación de generosidad y marketing y daría un bofetón no solo a Lochte, sino también a toda la élite de ladrones de guante blanco que no quieren que Brasil tenga un futuro.
Las grandes marcas tienen el deber de apoyar ejemplos de superación como el de Rafaela y de muchos otros atletas de deportes a veces secundarios.
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