Santificarán la autocracia

La cacería que la izquierda política y mediática ha realizado al Estado de Derecho concuerda con el propósito final que articuló Sánchez cuando fue elegido: finiquitar la democracia por vía legal. El clima confiscatorio que lleva a gran parte de la ciudadanía a entregar la mitad de su sueldo al Estado, obedece a la necesidad del PSOE de comprar las voluntades de la otra parte de España, que se entrega en alma y bolsillo a la defensa a ultranza de la autocracia que viene, que ya está aquí. El populacho, rendido, prefiere la comodidad de la dádiva que el poder le entrega a cambio de silencio o sumisión antes que rebelarse por la libertad que le están robando informativo tras informativo, de ahí que millones de ciudadanos aún crean en la versión y propaganda del Gobierno más corrupto de la historia de España, aunque se centre en negar la realidad que la sociedad percibe, que los periodistas publican y que los jueces investigan.
Han decidido que, si no se les deja delinquir en paz, harán explotar la sociedad. No hay institución en España que no esté manchada por la corrupción que el sanchismo como movimiento de intimidación y saqueo ha exportado de manera inmoral. Y van a por aquellos que osan denunciar la infame política de robar y callar, que es como el PSOE ha instaurado esta nueva era de destrucción de lo público. Ha untado a los medios del régimen de constante publicidad para que ejerzan de escudo protector ante el latrocinio moral y político que Sánchez y su entorno ejercen contra todo lo que se mueve. Lo vemos cada día, y a cada hora, en TVE, donde los propagandistas ejercen de sicarios a sueldo: no se conforman con defender el argumentario de Moncloa y Ferraz, también se dedican a atacar e insultar a la oposición y a los jueces y fiscales que investigan los presuntos delitos del Presidente del Gobierno y de su familia personal y política.
Llevan a las tertulias goebbelsianas a jueces que han ido en candidaturas de Podemos o Sumar para que denuncien a otros jueces por hacer política. En esa esquizofrenia en la que la izquierda somete a la nación, los jueces políticos se dedican a calumniar a los jueces que juzgan a los políticos, como los periodistas comprados por el Gobierno trabajan para situar en la diana a los periodistas que fiscalizan al poder. En esa locura nada transitoria tan propia del socialismo histórico, nos acaban de ampliar un poco más la ventana de Overton, que han expropiado para la causa, como el tablero inclinado, y empiezan a normalizar en la mentalidad colectiva, por boca de Marisú, que las mordidas a empresarios, esto es, la malversación de caudales públicos, son legítimas y deberían ser legales, porque, en el fondo, es un servicio de intermediación. Están a un paso de justificar el asesinato, previo a su legalización. Largo Caballero estará sonriendo en el infierno.
Ante esto, sólo queda la resistencia de quienes confiamos en ese corpus institucional que sigue sufriendo continuos ataques de los enemigos de la democracia y la libertad, entre los que se encuentran el propio Gobierno y los partidos que lo componen, sus socios parlamentarios y extraparlamentarios, los activistas mediáticos que protegen a quienes delinquen en vez de denunciarlos, y todos esos colectivos que viven de lo que el Estado, no de derecho, sino de abuso, comete contra la otra mitad de la población, como ya hicieron antaño. Ese es el muro real que debemos derribar. Y esa resistencia debe empezar asumiendo el siguiente mandato moral: No les dejemos delinquir (y mentir) en paz.
Coda: dentro del puñado de magistrados que luchan cada día para que España siga siendo una democracia parlamentaria con respeto y protección a la separación de poderes, se encuentra Luis Sanz, a quien las hordas zurdas, políticas y mediáticas, con rostro y apellidos, así como anónimos cobardes y terroristas de la red, han sometido a escarnio por defender verdades como esta: «Para conseguir la investidura se ha erosionado el Estado de derecho: concediendo indultos, degradando el delito de malversación y derogando el de sedición, y con una ley amnistía que otorgaba la impunidad a los que se fugaron». Definitorio de lo que nos viene. La España real debe rebelarse ante la antidemocracia oficial de Sánchez y asociados. Y junto a valientes defensores de la España democrática y del Estado de derecho como Luis, nos encontramos la mayoría social que no permitirá, a la gentuza que quiere perpetuarse en el poder, delirios propios de delincuentes comunes.
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