Con Sánchez no hay quien viva: ni carne, ni vino, ni cerveza
En su desmedido afán intervencionista, el Ministerio de Sanidad ha propuesto en Consejo Interterritorial de Salud la recomendación de que se excluya el alcohol -vino o cerveza-en los menús de los restaurantes y no se fume en los domicilios particulares, dentro de la nueva Estrategia en Salud Cardoviascular. Propone colaborar con bares y restaurantes «para promover la dieta mediterránea como modelo de alimentación cardiosaludable, sin incluir en ella el consumo de alcohol». Vamos a ver: con independencia de que la recomendación de Sanidad se produce en paralelo a la promoción por parte del Ministerio de Agricultura del vino español-a ver si se aclaran-, considerado como complemente ideal para una alimentación saludable, lo grave del asunto no está, por supuesto, en que el Ministerio establezca una serie de «recomendaciones de hábitos» beneficiosos para la salud, sino en el permanente afán del Gobierno por condicionar la vida de los españoles.
Eso es realmente lo preocupante: que este Gobierno tiene una peligrosa tendencia a invadir el ámbito de la libertad individual, dirigiéndonos la vida con una contumacia cansina. Detrás de la recomendación del Ministerio de Sanidad se esconde un intento, nada velado, por cierto, de condicionar hasta los actos más nimios de la gente, arrogándose la capacidad de marcarnos machaconamente la existencia.
No debemos beber en las comidas; no debemos comer carne en exceso; no debemos fumar en casa, no debemos comprar un disfraz de superhéroe a nuestros hijos ni un disfraz de princesa a nuestras hijas; debemos poner la lavadora y planchar de noche. A este paso sólo falta que el Gobierno nos vigile en el interior de nuestras casas. Hay mucho de hipocresía en las recomendaciones del Gobierno socialcomunista, porque mientras nos recomienda no beber alcohol y aboga por promover los «hogares libres de humo» se forra con los impuestos al alcohol y el tabaco. Peligro: Sánchez quiere dirigirnos la vida.
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