Sánchez, el mayor grosero del reino
Reino donde querría reinar él. Que, conociéndole como le conocemos y sospechando con tristeza también la cobardía de muchos, no podemos descartar como un delirio intrascendente. Le hemos visto chulear al Rey más de una vez. El pasado 12 de octubre, el presidente del Gobierno llegó casi un minuto más tarde que el Monarca en el desfile del Día de la Fiesta Nacional, haciendo esperar a los Reyes dentro del coche oficial.
Y lo ha repetido hace unos días en Chamartín. Imagino que muchos de ustedes vieron las ofensivas y chulescas imágenes de su Sanchidad osando pasar por delante de Felipe VI al entrar en un vagón de tren. Fue durante un acto en él coincidieron con motivo del viaje inaugural del AVE a Murcia. Al parecer, nuestro aborrecible presidente deseaba que el Rey se expresara sobre las ladinas reformas que está tramando y la cuestión de estos días sobre el Tribunal Constitucional. Y no lo consiguió. Nuestro representante más digno le observó su necesaria neutralidad, y a Pedro Sánchez no le hizo ninguna gracia. Como es un grosero de cuidado y al Rey le tiene el mismo respeto que a la idea de España, tuvo este gesto de prepotencia caminando por delante del Jefe del Estado y accediendo al tren antes que él.
El Rey sabe con quién se las está jugando. Con un tipo que, después de todo lo que dijo sobre el separatismo, anda haciendo como nuestros amados independentistas: decir que los jueces y la Justicia están por debajo de ellos, los representantes «legítimos». Como si las precauciones del Tribunal Constitucional fueran ataques al legislativo. Yo he visto el video de la ex ministra socialista Cristina Alberdi quitándole el drama y asegurando, ella, que conoce tan bien el tema, que son medidas cautelares previstas en el marco institucional. No dejen de verlo también ustedes, pues habla de muchas más cosas, y háganlo llegar a más gente, por favor.
Ningún respeto para un presidente del Gobierno que exige «respeto a la ley» y, no sólo indulta golpistas, sino que fuerza esa ley para colar la supresión de la sedición y la reforma de la malversación para beneficiar a aquellos que necesita para mantener el poder. Encima, para devolver algo así como la «concordia y la paz» a Cataluña. No et fot? Según la reforma del Código Penal que impulsa el gobierno de Pedro Sánchez, si no hay ánimo de lucro o enriquecimiento personal en los casos de malversación, los que partieron por la mitad Cataluña e hicieron huir a las empresas más importantes obtendrían penas menos duras. Tanto la reforma del delito de sedición como el de malversación son leyes «a la carta».
Así, gracias a él, los separatistas, alegres y excitados, jalean los pasos del gobierno. Pere Aragonés, tras la decisión del Tribunal Constitucional, chilla que «sólo con la República Catalana superaremos a la derecha envalentonada». Y Patrícia Plaja, la portavoz, ha afirmado que «no se puede politizar la justicia». ¡Lo dicen ellos! Gente que introdujo el artículo 66.4 a la «ley fundacional de la República Catalana» (sí, ésa que declararon durante un rato) que establecía que «el presidente o presidenta del Tribunal Supremo es nombrado por el presidente o presidenta de la Generalitat». Efectivamente, la ley de «transitoriedad jurídica y fundacional de la República» aprobada en 2017, y posteriormente suspendida por el Tribunal Constitucional, establecía que el presidente de la Generalitat nombraba al presidente del Supremo. ¿De quién depende la Fiscalía, eh? Pues eso. Lo que sucede ahora en Madrid sucedió anteriormente en Cataluña. Conocemos el percal.
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