Los riesgos de engordar al monstruo: Bildu tendrá grupo propio
La abstención de EH Bildu en Navarra para hacer presidenta a la socialista María Chivite ha tenido un resultado político desigual el 10-N para los dos protagonistas de un acuerdo que siempre ha negado el PSOE: el PSN pierde un escaño y los proetarras, por primera vez, logran un asiento por Navarra en el Congreso, lo que les permitirá tener, también por vez primera, grupo propio, ya que la Constitución establece los requisitos para disponer de grupo autónomo en la Cámara: sacar 5 escaños y el 15% del total de los votos en todas las provincias a las que se presenta.
A partir de ahora, los proetarras tendrán iniciativa para hacer propuestas, capacidad para interpelar directamente en las sesiones plenarias, acceso a las comisiones parlamentarias y más recursos materiales: en la pasada legislatura, la cuantía era de 29.026,04 euros mensuales (fija), a la que hay que sumar una variable de 1.670,17 euros al mes por cada diputado. En este caso, supondría 37.360 euros mensuales, sin contar con las subvenciones que el partido recibirá del Estado por los gastos electorales y que exige también tener grupo propio en el Congreso.
Mientras EH Bildu engorda, el acuerdo para la investidura de Chivite pasa factura al PSN: los socialistas pierden la mitad de los escaños que tenían en la comunidad –se quedan con uno– y se dejan más de 11.000 votos. Es decir, que la formación de Arnaldo Otegi está rentabilizando el precio –muy caro– de su apoyo indirecto al socialismo navarro, que paga su vileza política en las urnas.
Nunca un pacto resultó más indigno. El PSN con tal de asegurarse el poder ha humillado la memoria de sus compañeros asesinados por ETA y, al tiempo, le ha dado a los proetarras el impulso que andaban buscando. Si ya controlaban toda la iniciativa del Ejecutivo navarro –su voto es esencial para sacar adelante la propuesta legislativa– también puede condicionar el futuro Gobierno socialista. El próximo debate será el de los Presupuestos regionales, donde tendrán la última palabra. Se la dio el PSOE cuando vendió Navarra a los herederos de una banda de asesinos.