Los problemas de Sánchez y de Casado en la cama

Los problemas de Sánchez y de Casado en la cama

Mi amigo Carlos, que pasa de los setenta, es un izquierdista recalcitrante. Cuando se apuntó en la Escuela Oficial de Periodismo, el entonces rector le preguntó por qué quería ser periodista. “Porque tengo una visión socialista de la vida”, le dijo. Y aquél le contestó: “Pues vuelva usted cuando se le haya pasado”. Al final hizo la carrera en la Escuela de Periodismo de la Iglesia, que tiene la virtud de perdonar y de absolver. ¡Hay que votar, hay que votar!, pregona ahora Carlos en voz alta. No concibe que alguien en su sano juicio como yo pueda estar interesado en que Isabel Díaz Ayuso vuelva a ser la presidenta. Sólo concibe, para ser más exactos, que el ungido tenga que ser por derecho natural Ángel Gabilondo, el ‘Sosoman’, una persona muy preparada para impartir homilías y repartir las hostias correspondientes en misa, pero que está inhabilitado para cualquier otra competencia digna de reseña y menos aún para la gestión.

Cuando ganó la moción de censura Pedro Sánchez, y le preguntaron qué es lo primero que iba a hacer al llegar a la Moncloa, dijo que sería cambiar de colchón. No quería descansar en el mismo lecho en el que había practicado sus cuitas Mariano Rajoy. Después dijo que dormiría intranquilo si tuviera que pactar con Pablo Iglesias, con el que acabó acostándose políticamente, y al mismo tiempo repitió hasta la saciedad que jamás tendría nada que ver con los proetarras de Bildu, gracias a los cuales primero gobernó en Navarra y después en el conjunto de la nación. Ahora, ‘Sosoman’ Gabilondo ha prometido que no llegará a ningún acuerdo con este Pablo Iglesias extremista y radical. ¡Ah!, ¿pero es que hay otro Iglesias que nos hayamos perdido?

Luego ha asegurado por cálculo político que no quiere aumentar los impuestos en la Comunidad de Madrid, justo meses después de haber firmado una proposición conjunta con Más Madrid para subirlos del orden de 3.000 millones, para revertir la condición de la autonomía como “paraíso fiscal porque estamos renunciando a ingresar mucho dinero” por no castigar suficientemente a los que más tienen, que son los que no por casualidad crean empleo y prosperidad. Estas contradicciones apuntan a la desorientación genuina de un catedrático de Metafísica que ni arregló como ministro la Universidad, habiendo tenido una oportunidad fabulosa, ni jamás podrá conseguir algo tan elocuente como los más de 40.000 millones de euros que nos hemos ahorrado los madrileños los últimos años gracias a la brillante política fiscal de la señora Ayuso. Sobre todo, las clases medias y bajas.

El pasado jueves fui a cortarme el pelo, porque ya parecía ‘El Pescaílla’. Paco, el propietario del salón, ha nacido, además de para arreglar el cabello y afeitar la barba -si llega el caso-, para pegar la hebra con la gente, es decir, para pulsar la opinión del cliente y debatir con él. Me comunica que votará naturalmente a Ayuso, gracias a la cual vive -bastante peor que antes de la pandemia-, y que sería una catástrofe que los partidarios de mi amigo Carlos llegaran a la Puerta del Sol. Este punto de vista me parece de una sinceridad y de un acierto incuestionables.

Lo que más detesto de este país es tener con frecuencia la sensación de que somos una nación de tontos, que nos tomen por tal; pero he llegado a la conclusión de que si tenemos el Gobierno infame que padecemos será porque lo merecemos. Que después de cosechar la mayor tasa de mortalidad del mundo -en relación con nuestra población-, de estar sufriendo la mayor depresión económica de Europa Occidental, de disponer del Ejecutivo que menos dinero ha dedicado a apoyar directamente a las empresas -porque lo ha distraído en contentar a los funcionarios y a los pensionistas-, que, siendo el peor Estado en el despliegue de la vacunación, que tras los episodios rayanos en la delincuencia como el rescate de la línea aérea venezolana Plus Ultra, o el escándalo del Delcygate, el petulante presidente Sánchez siga encabezando las encuestas de opinión es un motivo inexorable para huir del país. Yo ya soy un poco mayor para salir de esta mierda. Mis hijos no.

La única posibilidad de que Gabilondo ‘Sosoman’ pueda ser presidente de la Comunidad de Madrid será con el apoyo de las huestes de Pablo Iglesias, el de siempre, el que pasó de Vallecas a Galapagar en un pis pas y que ha colocado de ministra a su pareja, y en buenos puestos a todas sus ex, una gesta imposible para la derecha acomplejada y desde luego honesta, que carece del trato de impunidad que se dispensa al progresismo. Pero este candidato de aire abacial que se postula como presidente de la Comunidad, rechazando de momento a Iglesias -básicamente mintiendo-, es el mismo que declara que quiere el Madrid del 15-M, es decir, el de los ‘perroflautas’ que dieron alas a Iglesias y a Podemos, el Madrid cutre y asqueroso. ¿En qué quedamos padre Ángel?

Si usted quiere enterarse de lo que se cuece cotidianamente en La Moncloa debe leer todos los días su vomitorio, el periódico El País, o escuchar la SER. El Grupo Prisa, dedicado básicamente al adoctrinamiento, no sólo le escamoteará el juego sucio por doquier del tándem Sánchez-Iván Redondo. También le persuadirá de lo que debe pensar y defender el Partido Popular a fin de que sea considerado honorable de acuerdo con el canon progresista. Y es preciso darle crédito, porque dada la caterva de melifluos y de traidores que pueblan el partido que construyó en su momento Aznar, es difícil imaginar que el señor Casado esté realmente al frente del timón.

Con motivo de las elecciones en Madrid, El País dice, y me temo que puede ser cierto, que “Casado intenta distanciarse de Ayuso y de su idea de gobernar con Vox”. Y yo me pregunto, ¿es que ha perdido el juicio? Ayuso, que deseo que siga como presidenta de la Comunidad, no va a conseguir la mayoría absoluta. Sólo la podrá obtener con el apoyo de Vox, y esto habrá de ser, y me parece algo absolutamente necesario y conveniente, con la presencia de Vox en el Gobierno. Aunque sólo sea para escupir en la cara al convencionalismo progre, al consenso socialdemócrata dominante, a toda la patulea de las televisiones privadas que Soraya Sáenz de Santamaría concedió a los enemigos y, sobre todo, para gobernar de manera más fructífera y provechosa para los ciudadanos.

En una palabra, para consagrar a Vox como lo que de verdad es: un partido nítidamente constitucional, proeuropeo y en favor de un país sensato, justo lo contrario de lo que pretenden Podemos -que está al margen de la ley-, los proetarras de Bildu, los independentistas catalanes, y el Gran Timonel, el señor Sánchez. Los problemas en la cama que manifiestan al unísono los señores Sánchez y Casado, a la hora de decidir con quién se acuestan políticamente, se superan sobre la base de la honestidad, de la coherencia y de la utilidad de la procreación. Y si esto no da resultado, del viagra.

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