Los Presupuestos del hambre, la vergüenza y la ruindad

Los Presupuestos del hambre, la vergüenza y la ruindad

Hace unos meses, Sánchez perpetró la mayor atrocidad cometida en España desde la cabecera del banco azul, en competencia con las negociaciones que Zapatero llevó a cabo con ETA en el pasado. Ya no sólo acepta los votos de Bildu -por acción u omisión- para que prospere una moción de censura destructiva o para ser investido tras las elecciones, sino que en mayo firmó -a través de Adriana Lastra por el grupo socialista, que preside el propio Sánchez- un pacto con los batasunos y con Podemos que perseguía derogar de forma íntegra la reforma laboral -despreciando, además, a los agentes sociales- antes de que finalizasen las medidas extraordinarias que adoptó entonces el Gobierno en materia económica y laboral derivadas de la crisis del coronavirus, además de permitir excluir del cómputo de la regla de gasto las actuaciones de carácter social de entidades locales, forales y regionales, y de permitir que Navarra y la Comunidad Autónoma Vasca pudiesen fijar unilateralmente su capacidad de endeudamiento según sus necesidades. Horas después, el PSOE se acobardó y sacó una nota aclaratoria, pero su intención fue clara y sólo frenó aquel pacto la indignación creciente que hubo entre los españoles.

Pues bien, ahora, vía su vicepresidente podemita, ha vuelto a las andadas. No se conforma con dar un mayor margen de objetivo de déficit a la comunidad autónoma vasca para que el PNV aporte sus votos para apoyar al Gobierno; no sólo regresan los tiempos de Zapatero en los que las inversiones regionalizables penalizaban a Madrid mientras crecían exponencialmente en Cataluña; no sólo eliminan el español como lengua vehicular; y no sólo, con todo lo grave y repugnante que es el hecho, acercan al País Vasco a varios presos etarras, como el que mató al hermano y la cuñada de Teresa Jiménez Becerril, dejando a unos niños pequeños huérfanos. Ya va más allá y sin tapujos un miembro del Ejecutivo -Iglesias lo es- afirma que van a introducir a Bildu -el heredero del antiguo brazo político de ETA, recordémoslo siempre- en “la dirección del Estado”.

Sánchez vende así España definitivamente por un puñado de votos con los que pretende sacar adelante los presupuestos apoyado en la mayoría más radical que existe desde la tenebrosa II República española, que realmente fue un golpe de Estado y que terminó convirtiéndose en un régimen de terror, tampoco lo olvidemos, que desembocó en una cruel y triste guerra. Eso fue una etapa felizmente superada, donde los antiguos contendientes se dieron la mano y trabajaron en armonía para traer a España la mayor prosperidad de su historia, como consiguió la monarquía parlamentaria emanada de la Transición y de la Constitución de 1978, que ahora muchos de los que apoyan al Gobierno -y alguno de sus miembros- quieren derribar, como queda claro en sus proclamas republicanas o en sus ataques a la Corona y a la Constitución. De hecho, Bildu ha dicho que “van a Madrid para derribar definitivamente el régimen”. Algo grave pasa cuando se demoniza a Vox, que, estando o no de acuerdo con sus planteamientos, es democrático, acata y defiende la Constitución y la monarquía parlamentaria, mientras el Gobierno se apoya y pacta con los sucesores de Batasuna -que, recordemos también, fue ilegalizada por considerarse una parte de la banda terrorista y asesina ETA.

Esto es lo más vil de los presupuestos. No ya el que los gastos vayan a ser mayores que los previstos, que la recaudación vaya a ser menor que la estimada, que el cuadro macro se haya quedado anticuado por ser más optimista que la realidad, que el déficit vaya a ser galopante, que la deuda vaya a sobrepasar con creces el 120% del PIB o que no se genere seguridad jurídica y que, con todo ello, nos lleven a la ruina. Esos motivos serían suficientes para no apoyar los presupuestos y haber votado a favor de su devolución, pero no ha sucedido así.

Lo más grave son estas alianzas bochornosas, el blanquear a Bildu, el que Ábalos diga que el pactar con ellos es un triunfo de la democracia. No sé qué opinarían las casi mil víctimas de ETA, porque como los terroristas los asesinaron no se lo podemos preguntar. Los que sobrevivieron a los atentados estarán desolados, como lo estará cualquier ciudadano de bien. Es repulsivo ver hasta dónde están dispuestos a llegar algunos para mantenerse en el poder.

En cuanto al partido de Arrimadas, Ciudadanos, noqueado por sus resultados electorales, deambula sin saber qué posición ocupar, pero vota junto a toda esa mayoría gubernamental que dice denostar, mientras Podemos a través de Echenique trata de burlarse de ellos. No sé si a Ciudadanos le quedará mucha o poca vida política, pero debería tratar de no perder la dignidad a cambio de conseguir un par de titulares en prensa. En fin, ellos sabrán con quiénes quieren aparecer retratados. Son muy dueños de su estrategia, al igual que los electores son muy dueños de tomar buena nota de cara a las próximas elecciones.

Ésta es la triste historia de unos presupuestos que ya nos traían la ruina y que ahora nos sirven también la humillación, la ruindad y la vergüenza.

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