La política económica tiene consecuencias

Pedro Sánchez

Desafortunadamente, Ferrovial ha anunciado que traslada su sede social a Países Bajos, marchándose de España. Lo hace por un cúmulo de circunstancias, entre ellas, principalmente, la inseguridad jurídica que últimamente se está asentando en España debido a las decisiones que toma el Gobierno del presidente Sánchez.

Sánchez gestiona a golpe de ocurrencia, de parche con el que tapar la ineficiencia que están teniendo en la gestión, empujado por el populismo en el que se envuelve cada vez más, buscando enemigos a los que atribuir el fracaso de su política, y ese enemigo lo está centrando en el tejido empresarial, al que miembros de su Gobierno atacan constantemente. Recordemos las manifestaciones de Belarra llamando «capitalista despiadado» a Roig, o las insinuaciones de Díaz acerca de que las empresas despiden muy barato, como si despedir fuese el objetivo de los empresarios, cuando siempre es la última solución, que se toma cuando no queda más remedio.

Adicionalmente a este clima en el que se está atacando su reputación, las empresas, al igual que las familias, están sufriendo una presión tributaria que camina hacia lo confiscatorio. En el caso empresarial, nuevos impuestos específicos se crean, para gravar no ya sus beneficios, sino incluso los ingresos, con amenazas constantes si tratan de repercutirlo en los precios. Es el acoso, en este caso, a empresas energéticas y a la banca. Las personas físicas también sufren este acoso tributario, con el impuesto a grandes fortunas, una suerte de impuesto de patrimonio bis.

Todo ello, junto con un camino que cada día se llena más de obstáculos, acompañado de mensajes que se deslizan de vez en cuando sobre nacionalizaciones -recordemos lo que proponía Podemos cuando nos encerraron por el coronavirus-, crea una incertidumbre jurídica y económica que no es la mejor aliada de la economía ni del mundo empresarial.

Regulación e intervencionismo por todas partes, como también en el mercado de alquiler, como las amenazas sobre la intervención en los precios de mercado de los alimentos, alientan la idea de que cualquier sector puede sufrir algún tipo de intervención o gravamen adicional en cualquier momento, de manera que el miedo fluye entre los empresarios.

Además, con su gasto creciente y deuda abultada, el sector público drena recursos hacia el sector privado, al competir en financiación, y la encarece, además de alimentar los cuellos de botella y de impedir una correcta transmisión de la política monetaria, que hace que los precios tarden más en moderarse, con peores efectos por la necesidad de mantener durante más tiempo las medidas contractivas de la política monetaria.

La política económica tiene consecuencias, y si dicha política es equivocada, las consecuencias pueden ser nefastas, que es lo que ha sucedido con la marcha de Ferrovial. Esto es algo muy preocupante, pues se pierde capacidad económica y puede ser un ejemplo que otros sigan si el Gobierno mantiene su camino equivocado. Sánchez y la izquierda pensaban que podían hacer lo que quisiesen porque los agentes económicos iban a aguantarlo todo, y se han encontrado con la cruda realidad. Pueden subir los impuestos, intervenir el mercado, acosar a las empresas con declaraciones, pero sólo conseguirán expulsarlos, no pueden obligar a las mismas a que se queden.

Debe cambiar su política económica y debe ofrecer a las empresas un entorno favorable para el desarrollo de actividad económica, porque necesitamos que estén, ya que son las que generan empleo. Con declaraciones como las de Calviño, Escrivá o todos los ministros que han opinado al respecto, no se soluciona el problema, sino que empeora, porque animará a otras compañías a irse y levantará una barrera de entrada para que vengan nuevas, como ya está pasando, dados los datos de inversión extranjera, creación de empresas y disolución de sociedades.

Sánchez nos está empobreciendo, aunque todavía no se perciba tan acusadamente desde el punto de vista macroeconómico, porque lo anestesia con el gasto público, pero su gestión es calamitosa, desembocando en episodios tristes preocupantes y perjudiciales para la economía española como la marcha de Ferrovial, que es responsabilidad entera de la fracasada y nociva política económica del Gobierno.

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