Los pellets sois vosotros

Los pellets sois vosotros

Lo normal -piensa el cronista- es que cualquiera de ustedes, lectores, cualquiera de vosotros, colegas de este oficio periodístico, no es que me pidáis un favor, un enchufillo por ejemplo para la nena, y al tiempo me pongáis de chupa de dómine con adjetivos tan conmiserativos como fascista o tóxico. ¿Parece esto una estupidez? Pues a lo mejor, pero es lo que ha sucedido.

Sánchez, desde su poltrona de La Moncloa sostenida por las patas cojitrancas de Bildu, Junts, ERC o el PNV, ha ordenado la acción bélica a su abominable hombre de la Meseta, Óscar Puente, el Yeti que, de verdad, ya se asemeja a esas gallinas flacas, que en vez de dar leche, dan pena. Él, con su atroz verbo de taberna aldeana, en vez de proporcionar miedo a sus presuntas víctimas, les proporciona risa. Puente se ha subido veinte años después al casco quebrado del Prestige en la esperanza de que los pellets de ahora mismo le proporcione una renta electoral al ignoto aspirante a la Xunta de Galicia por el PSOE, Gómez Besteiro. Puente, convertido de hecho en portacoz fidelísimo de su mecenas, y va repartiendo la especie de que los mil sacos de pellets del buque Toconaro, que también se ha dejado mierda por Dinamarca, han logrado en tres días el milagro siguiente: que el PSOE suba ya tres puntos en estimación de voto.

De este hecho no parecen enterarse los periódicos gallegos, los digitales y los de papel, que no llevan los pellets a la primera página de sus ediciones, aunque, ¡ah! Sí, uno; lo hace porque es sumiso a las consignas de Ferraz.
Y mientras Puente va de carrilero por la izquierda truculenta, el ministro Bolaños, que tanto da para un roto como un descosido, se lanzó el lunes al teléfono de la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, para implorarle, por favor, Cuca, por favor, que el PP apoyara al ómnibus encallado en las Cortes.

O sea, por un lado te pongo a escurrir y por otro lado te solicito pasta. Y encima Bolaños, que no da una el hombre, se confunde de interlocutor, porque debe ser a estas alturas el único español que no se ha enterado de que Gamarra ya no es portavoz en el Congreso, que en ese sillón se sienta Miguel Tellado, un tipo, como repite Feijóo, que «no va a pasar una». Ese es, naturalmente, el diputado al que correspondía dar el o el no al ruego plasta de Bolaños. Pero lo dicho: te lleno de basura en forma de denuestos y al tiempo me arrodillo de hinojos y te suplico que me ayudes a poner en marcha el ómnibus. Son tan ufanos, al estilo de su jefe Sánchez, estos gregarios que se creen que a los del PP se les puede adquirir el voto a cambio de parné en cantidad y de sinecuras mil. Piensan, por tanto, que se les puede engatusar con un «vosotros sois hombres (y mujeres, perdón) de Estado». Bobos.

Y ahora vienen con los pellets que en diciembre dejó caer un barco a 80 kilómetros de Viana do Castelo, localidad de Portugal por si el Yeti Puente no lo sabe. «Les ha caído (al PSOE) un chollo», le decía este martes un contertulio afecto a la casta sanchista a un colega que le miraba atónito. Pero no: los pellets, como los hooligans de Sánchez, son residuos que sirven para el peor menester denunciado por los ecologistas, el uso del plástico más tóxico que el cianuro. Los pellets socialistas son despojos, herederos de un partido que ya no existe. A estos voceros de la gravedad que encierra esta granza de nuestras costas, les pone que no veas que cualquier asociación ornitológica, naturalmente subvencionada, grite el desastre que van a producir los pellets, pero no dicen ni pío, están callados como cómplices, enganchados al beso de los sucesores de aquellos cachorros de ETA que asesinaron a 857 personas en España.

Esto son los pellets del PSOE, esos que esta misma semana se han negado a condenar en el Ayuntamiento de Pamplona, regido por el bilduetarra Asirón (terror da, si me le encuentro en el Iruña, me cambio de bar) a abjurar de todos los crímenes que la banda perpetró durante cincuenta años de terrorismo. Eso sí que es un pellet tóxico más que la escoria que ha vertido el Toconaro.

Si para algo ha servido el caos del sarao vivido este miércoles en el Parlamento es para constatar que este Gobierno está muerto, putrefacto y, encima, lo sabe. Sus socios le mordisquean con furor y ellos acuden al PP para que el PP se avenga a curarles la avería, pero sus socios han entendido que a estos mercaderes del voto lo único que les importa es seguir domeñando, ¡y hasta qué punto!, la televisión gubernamental. En consecuencia les va a estrujar como al estropajo de una lavandera antigua, chulearles hasta quedarse en las raspas. Esa vez ha sido el ómnibus y mañana será la amnistía de la que recelan ya los golpistas y que Sánchez ya descaradamente intenta comprar a costa de nuestros impuestos.

Este comportamiento únicamente recibe un nombre en castellano: golfería. Claro está que, para el final, el cronista tiene una buena noticia para Sánchez y asociados: uno de los principales contribuyentes del independentismo está a punto de irse al garete, si es que no se ha ido ya. Su sangre es como los pellets, financieramente tóxica. A ver quién le paga el palau a Puigdemont en el que se supone va a vivir una larga temporada más porque su amnistía a la carta se sirve fría, ad calendas graecas. Esto le hará respirar a Sánchez y a todos sus pallets de cabecera que, por donde van, han todas las instituciones más preclaras del Estado. Queda el Rey y el Real Madrid, pero con estos no puede; ahí los pallets pinchan en hueso. Vamos, creo yo.

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