Un Partido Popular en tierra de nadie

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Durante el debate a 5, de los principales líderes políticos que se presentan a las elecciones del 10 de noviembre, quedó muy claro que el Partido Popular se encuentra en un terreno un tanto pantanoso. Los populares pueden llevarse otra sorpresa ingrata en la noche electoral, a no ser que consigan asustar al electorado y que cale su apelación al mal llamado “voto útil” para lo que queda de campaña.

Mientras Abascal intentaba afianzar su electorado de derechas y Rivera dar un mensaje moderado y de regeneración. Casado dedicó mucho tiempo a responder a todos los que pasaban por allí, en vez de presentarse como alternativa para ganarle a los socialistas las elecciones. De hecho, ese comportamiento permitió a Pedro Sánchez incluso anunciar ministerios como si los ciudadanos no tuviésemos nada que decir el próximo domingo en las urnas. El presidente en funciones se comportó como si ya hubiese ganado, menospreciando a las demás formaciones, pero dando muestras claras de que si gana el PSOE seguiremos con el gobierno bloqueado sine die.

El líder de los populares prefirió ser más irreverente e interrumpir y contestar a todos, incluso cuando no le atacaban a él directamente. Posiblemente algún asesor le aconsejó que debía copiar la fórmula que le funcionó a Albert Rivera en el primer debate de las generales de abril. No obstante, el debate del 4N no era el día de demostrar quién puede liderar el centro-derecha, sino que tocaba mostrar dotes de estadista, presidente de gobierno, y ganas de poner en marcha cambios importantes en la política española.

Santiago Abascal cumplió con su objetivo y fue a fidelizar su electorado. No le tembló la voz para relacionar directamente a la inmigración ilegal con delincuentes, vagos y maleantes; y tampoco se ruborizó para criticar el discurso contra la violencia de genero aceptado por gran parte de la sociedad. Manejó bien los tiempos asegurándose pequeños monólogos al final de cada bloque.  Eso permitió que algunas de las barbaridades quedasen sin respuesta. Por lo tanto, objetivo cumplido y mensaje difundido a los 8 millones de espectadores que estábamos frente al televisor hasta altas horas.

Rivera hizo también un gran papel y logró colocar su mensaje. A todos los que asistimos el debate nos quedó claro que el líder de Ciudadanos está dispuesto a poner a las familias en el centro de sus políticas. Además, estuvo muy acertado el líder de los naranjas en atacar por igual a PP y PSOE, en afearles su comportamiento por la ausencia de reformas durante la etapa del bipartidismo y enfrentarles a los años de corrupción generalizada tanto de rojos como de azules. Rivera también logró transmitir moderación para todos los ciudadanos que están hartos de populistas que buscan la confrontación entre españoles.

Tanto Ciudadanos como Vox supieron desde el principio qué mensaje querían transmitir a los españoles y, en cierto modo, lo consiguieron. También es verdad que si juntamos a Podemos con Ciudadanos y Vox podemos afirmar que los 3 líderes plantaron cara de forma digna a los que llevan semanas con mensajes públicos apelando a la vuelta del bipartidismo.  Eso sí, cada uno desde su espectro ideológico. Yo, como siempre, me quedo con el centro reformista en vez de volver a la corrupción bipartidista o apuntarme a los extremistas.

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