Parida de cuota

feminista

Lo anunciamos. Lo dijimos. Lo repetimos. Llega el Día de la Mujer y los usuarios de prostíbulos encabezarán la pancarta al grito de no hay más feministas que aquéllos que la izquierda nombra y santifica. El infame ventilador de la siniestra sociológica arranca esta semana cotejando corrupciones ajenas y acusando de crispación a quien tiene la desfachatez de denunciar la inmoralidad de unas siglas sumidas en el fango de la indecencia desde su fundación.

El Gobierno antifeminista y procuota quiere convencernos de que no hay nada que empodere más a las mujeres que defenderlas mientras las consumes. La corrupción que anida en el alma del socialismo busca aliados mediáticos, académicos y entre la asesoría más variopinta, para convencer al no abducido de que se viviría mucho peor con el PP y Vox, asumiendo argumentos de bar que tan bien funcionan entre comensales de titulares creados para reforzar sus prejuicios y no para hacer dudar su razón.

En la estrategia del sanchismo, conocida, repetida y nunca desmontada por la contraparte, consistente en equilibrar un escándalo con otro más esperpéntico y sustituir una mentira por otra aumentada, quieren ahora tapar su real decretada humillación a las féminas con una medida de alto consumo para el rebaño: instaurar por ley la paridad en el Consejo de Ministros, que en la actual autocracia funciona como harén sumiso que hace de escudo al autócrata. Lo hacen, no como gesto a la mujer, porque eso no solucionará deficiencias del sistema en torno a desigualdades existentes y evidentes, sino para calmar las conciencias de quienes han visto su edificio de creencias inmutables resquebrajarse con tanto pope feminista mediando entre burdeles. La cuota es la penitencia salvífica de quien tiene podrida la moral hasta el tuétano.

No hay mejor paridad que la que pontifica el artículo 14 de la Constitución Española, obviado por Carmen Calvo cada vez que tiene ocasión y olvidado por sus mesnadas con fruición para justificar el trinque ideológico de los cortijos creados. Los datos (del propio y prescindible ministerio nini de Igualdad) subrayan que nunca ha habido mayor desprotección y desigualdad hacia las mujeres que ahora, justo cuando ellas, las feministas de pega y pastón, están al frente del asunto. La pregunta es: ¿invitarán Montero y Montero, tanto monta, monta tanto, iletradas y con dinero, a las mujeres que visitaron Tito Berni y asociados? ¿O ellas no son mujeres, ni víctimas, ni explotadas, ni tienen techo de cristal que superar? No, no irán, ni se les llamarán, ni siquiera una mención. Porque para las feministas del Gobierno, esas mujeres son la prueba definitiva de su enriquecida impostura.

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