País de pandereta (y villancicos)
«No hay dos sin tres», «ni mal que cien años dure, ni cuerpo que lo soporte». Dichos populares que nos sirven para pintar un retrato de nuestra España, esa por la que ahora esos aspirantes a líderes-presidentes- suspiran.
Cualquiera diría que los que ahora apelan al sentido de Estado, a la responsabilidad, a esa España-España-España (y olé) estuvieron hace unos meses bloqueando por todas partes la formación de Gobierno.
El Partido Popular, la formación más votada -pero también la más rechazada pues la mayoría de los votos emitidos no fueron para ellos- no tuvo valor de aceptar el encargo del «ciudadano Felipe».. Lloriqueó, pataleó y se encargó de decir que la culpa de todo la tenían los demás mientras se sorbía los mocos como un niño de párvulo.
Ciudadanos hizo el paripé con el PSOE con la única voluntad -reconocido recientemente por la lideresa madrileña Villacís- de impedir por todos los medios que Podemos abrazase a Sánchez. Era su única ambición y lo consiguieron. Un abrazo del oso al que Iglesias aplaudió vomitando cal viva. Bloqueo garantizado.
Iglesias y su cofradía de «la santa coleta» no dieron mucho más de sí: aparte de sus aburridos fuegos de artificio, fueron el aliado perfecto del Partido Popular. Ciudadanos se lo puso en bandeja, como buenos regeneradores que han demostrado no ser.
El PSOE navegando a la deriva. Abriendo y cerrando puertas sin ninguna coherencia ideológica, que en cualquier caso tampoco se esperaba ya a estas alturas. Vender su alma a los que insultaba durante la campaña considerándolos «las nuevas generaciones del Partido Popular» y poniéndole ojitos a una presunta izquierda que no planteó nada concreto en ningún momento.
Así las cosas, era inevitable obligarnos a votar en chanclas y bañador. Y era prácticamente imposible evitar que sucediera de nuevo lo mismo, aunque marcando algunas tendencias que ya dieron las pistas necesarias para poner en los labios las mieles de unas terceras. Al fin y al cabo el país no se ha roto, la economía no se ha derrumbado y Bruselas no puede meternos mano mientras tengamos un gobierno en disfunciones. Nada mal para los que quieren que nada cambie.
Viendo lo visto este sainete promete continuar. La siguiente cita será con bufanda, botella de anís -para el raca raca- y un brindis -sin cava catalán, no se vayan ustedes a pensar-.
Y es que como dice el dicho: «España es un país de pandereta» fun fun fun.