El oro de Mussolini
El fugaz regreso de Juan Carlos I a España ha generado una barahúnda de insultos por parte de esos socios aprovechados del gobierno. Aprovechados, porque toman lo que Sánchez les da, mientras pueda ofrecerles algo, pero su compromiso con los problemas y el futuro de esta nación durará lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks, por usar la expresión de Sabina en su famosa canción. Ya afilan sus lenguas y salivan pensando en que la tercera república está cerca, han sacado de los baúles las raídas banderas tricolores para lavarlas y plancharlas, evitando que la proclamación les pille sin tenerlas disponibles y relucientes.
Y es que, la Segunda República encarna para la izquierda caviar de este país, un concentrado de todas las virtudes sin mezcla de mal alguno. Lo anterior… fue la carcunda más abyecta y de lo posterior, no les vale ni la Transición, que les parece una cesión intolerable. ¡Qué bien se ve la historia desde las aplicaciones del móvil! Hoy cae en mis manos un libro excepcional. El oro de Mussolini, subtitulado: Cómo la República planeó vender parte de España al fascismo. Recomiendo leerlo por la originalidad de su planteamiento y el excelente estilo de su autor, Manuel Aguilera, que convierte el falso mito de la república en una mancha imborrable.
La tesis es fácil de explicar, aunque haya llevado a su autor a una investigación de 15 años en siete ciudades de cuatro países, para demostrarlo: en 1937, la república, representada en este gris episodio por tres «ilustres» miembros del PSOE (Araquistáin, Álvarez del Vayo y Largo Caballero) participó en la operación Schulsmeister, para comprar la salida de la Italia fascista de la Guerra Civil a cambio de una cesión territorial, a elegir entre Baleares, Canarias o el Marruecos español. Previsiblemente, esa salida hubiera podido estar ligada, también, a la de la Alemania nazi, que buscaba desequilibrar completamente la situación bélica. El libro de Aguilera aporta luz al oscuro entramado, son 200 páginas maravillosas de delirios republicanos.
La obra del palmesano es fácil de leer, pero difícil de digerir para cualquiera que ame este país, incluyendo esas joyas que flotan en el mar de la cultura, como son Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera. Es curioso que muchas décadas después, un diputado alemán -precisamente- propusiera que su país comprara las Baleares. Menos mal que el parlamento no le tomó en serio… y que Sánchez aún no había llegado a la Moncloa. A la vista de su grandeza de miras, a lo mejor nos enterábamos de la transacción por un soplo, tal y como ha ocurrido, recientemente, con el giro copernicano saharaui. Aún nos debe contar cuál ha sido la gran jugada de estadista por la que ha sacrificado uno de los consensos de la política exterior española. Sánchez es un zumbado que sueña con ser coronado Gran Emperador en la Tercera República y como le estorba la Monarquía, ahora se le ha metido entre ceja y ceja despenalizar los insultos a Felipe VI.