No sean vagos señorías

No sean vagos señorías

Un año de bloqueo político no es suficiente para España. En otro ejercicio de supina responsabilidad, nuestros representantes públicos deciden tomarse el primer mes del año de vacaciones. Por mucho que el artículo 73 de la Constitución —y el hábito— los ampare y establezca el cierre del Congreso en los meses de enero, julio y agosto, cabría esperar un acuerdo entre las distintas formaciones para adelantar la vuelta al Hemiciclo y finiquitar así la ingente cantidad de trabajo atrasado tras la parálisis institucional. El ‘Vuelva usted mañana’ de Mariano José de Larra no debería tener cabida en esta España del siglo XXI que trata de dejar atrás definitivamente los ocho años de crisis económica. Sobre todo cuando está pendiente la aprobación de unos Presupuestos Generales del Estado que podrían prolongarse hasta la primavera. Sin embargo, y a pesar de todas esas urgencias contextuales, ni los partidos tradicionales ni las formaciones emergentes han solicitado que se habilite enero como mes de trabajo en la Cámara. A modo de sumarísima excepción, en esto sí han alcanzado un quorum total.

A pesar de los indudables méritos del Gobierno durante la última legislatura —crecimiento del 3,2% del PIB en 2016 y casi dos millones de nuevos empleos desde 2013— y de que España crezca más que ningún otro país en la Unión Europa, la clase política debe adelantar los tiempos para no dilapidar una tendencia tan favorable debido a la inactividad. Cada día que pasa es una puñalada en el costado de la recuperación, especialmente cuando nuestras Cuentas Públicas se encuentran en lista de espera. Una circunstancia que, de retrasarse aún más, podría poner en riesgo la salud económica de la nación por mucho que las entidades públicas y privadas, nacionales e internacionales, mejoren las previsiones de crecimiento de cara a 2017. Nuestros políticos han de emular a todos aquellos ciudadanos que se levantan cada día con un valor esencial e irrenunciable en sus vidas: el esfuerzo. El mismo que han demostrado durante los años de profunda crisis para adaptarse a una situación muy difícil. El mismo que deben calcar sus señorías, de las que se espera trabajo, ejemplo y compromiso. Las épocas extraordinarias exigen esfuerzos extraordinarios.

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