No es Franco, es la Transición

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La casualidad ha querido que tan solo 24 horas antes de que el Partido Socialista presentara su enésima propuesta de rechazo al fascismo, en este caso en el Senado, y de que se cumplan tres años de la muerte del dictador, la foto de Pedro Sánchez, descalzo y rindiendo honores frente a la tumba de Mohamed V en su mausoleo, suena un poco a broma del destino.

Nunca antes como ahora, más gente en España había tenido la sensación de que la defensa de los principios democráticos es un asunto a la carta. Vemos a partidos políticos como Podemos que se erigen como activistas pro derechos humanos hasta que pisan el charco de la «revolución proletaria» aquí, en Cuba, en Venezuela, en la Unión Soviética…

Hace un tiempo que Pablo Iglesias hablaba de Lenin y lo definía como un prohombre que «había hecho posible lo imposible». Yo le recomendaría al líder de Podemos que visitase a los familiares, no de las decenas de miles, sino de las decenas de millones de personas que fueron ejecutadas en ese gran gulag en el que se convirtió la Unión Soviética por obra y gracia de sus referentes morales y les explique el concepto del bien y del mal.

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