Necrofilia política

Necrofilia política

El Sanchismo en estos años ha pasado de la necrofilia ideológica a la necrofilia política. Déjenme que desarrolle un poco esta idea.

Escribía en 2010 el escritor venezolano Moisés Naím que «la necrofilia es la atracción sexual por cadáveres. La necrofilia ideológica es el amor ciego por ideas muertas». Por ejemplo, mientras que hasta en la propia China de hoy se repudian las ideas de Mao, en muchos otros países surgen y persisten partidos políticos que suscriben estas ideas muertas de su famoso Libro Rojo: «El comunismo es el sistema más completo, progresivo, revolucionario y racional en la historia de la humanidad… Sólo el sistema ideológico y social comunista está lleno de juventud y vitalidad». La historia nos ha mostrado con los hechos que esto no es así; de hecho, solo allí en China estas ideas costaron la vida a más de 55 millones de personas. Pero a pesar de ello siguen en el panorama político partidos que exaltan el comunismo como ideología, a sabiendas de que es una idea muerta: necrofilia ideológica.

Un paso más: de la necrofilia ideológica, a la necrofilia política. Amor ciego por políticos del pasado, que se usan como recurso de emergencia para explicar cosas o, sensu contrario, tapar explicaciones de asuntos del presente. Así, este gobierno que padecemos, desde su necrofilia ideológica se abona también a la necrofilia política, e incapaz de ofrecer a los ciudadanos soluciones a sus problemas de hoy y a los retos del futuro, tira de propaganda para poner el foco en el pasado y en los protagonistas del mismo.

De este modo, ante la sucesión de despropósitos en su gestión, y de crisis de todo tipo en el seno del Gobierno socialcomunista, nos han ido sorprendiendo con distintos anuncios. Por ejemplo, para no tener que explicar la votación de la reforma de la ley del sólo sí es sí, anunciaron la exhumación de los restos mortales de José Antonio Primo de Rivera, el fundador de la Falange. Y usaron esta misma técnica con otro cadáver, el de Franco, para no dar explicaciones a las puertas de la repetición electoral del 10 de noviembre de 2019.

La convocatoria de elecciones esta vez ha dejado en suspenso el show, y el Plan Normativo de 2023 recogía una ley y tres reales decretos para desarrollar los preceptos de la Ley de Memoria Democrática, esa que aprobaron con Bildu y que es la mayor muestra de esta necrofilia política.

Decía nuestro genial Ortega y Gasset: «Amo el pasado, precisamente porque ya ha pasado». Del pasado se puede y se debe aprender, pero no cabe intentar cambiarlo porque es imposible e inútil.

Los ciudadanos esperan de los políticos que nos ocupemos del bien común, que nos entreguemos al servicio público, con rigor, seriedad, y con transparencia en nuestras actuaciones. Esperan que cejemos en las polémicas estériles y que recorramos la senda de la responsabilidad.

Y desde esa responsabilidad obviaremos polémicas estériles, y seguiremos centrados en nuestros compromisos con las necesidades del presente y con los retos del futuro. El próximo 23 de julio será un punto de inflexión que acabará, también, con la necrofilia política.

Ana Collado es diputada del PP en la Asamblea de Madrid. Es doctora en Sociedad de la Información, licenciada en Derecho y en Administración de Empresas, máster en Comunicación Política e Institucional y con formación superior en liderazgo y gestión pública.

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