Muertos de primera y muertos de segunda

Muertos de primera y muertos de segunda

La estulticia de Podemos no conoce límites. Su sectarismo está alcanzando cotas surrealistas, hasta el punto de que la formación de Pablo Iglesias ha presentado una proposición no de ley en la que se pide un agradecimiento colectivo para las víctimas del coronavirus pertenecientes a la generación «que sufrió las consecuencias del golpe de Estado del 18 de julio de 1936, la guerra y la prolongada dictadura franquista», al ser «la más afectada por la pandemia».

Hay que tener una abyección moral paquidérmica para utilizar la crisis sanitaria como instrumento de división de los españoles. Podemos distingue a los muertos por el coronavirus entre víctimas buenas -los fallecidos que sufrieron la dictadura franquista- y malas -las que no estaban en el bando republicano-. Es de una ignominia repugnante y reveladora de un sectarismo ideológico tan atroz que provoca escalofríos.

Aunque, bien mirado, la proposición no de ley de Podemos retrata de forma fidedigna el grado de ruindad ética de la formación de Pablo Iglesias. ¿Se puede ser más patético?: sí, se puede. Y Podemos lo demuestra cada día.

El coronavirus se la cobrado la vida de decenas de miles de personas, mayores especialmente que fallecieron en las residencias. Todas merecen el mismo respeto y tributo, con independencia de su ideología, pero para Podemos sólo cuentan las que sufrieron las «consecuencias del golpe de Estado del 18 de julio de 1936, la guerra y la prolongada dictadura franquista». El resto no merece consideración alguna, según la vomitiva distinción que establece la formación de Pablo Iglesias.

Por cierto, al vicepresidente segundo del Gobierno correspondía la gestión de las residencias de mayores, de modo que lo que cabría esperar por su parte es una explicación de cómo se pudo actuar de manera tan negligente. En lugar de asumir su responsabilidad, Pablo Iglesias aprovecha la tragedia para recordar sólo a una parte de los fallecidos, olvidándose de forma miserable del resto. El personaje es así: un sectario de una bajura moral insoportable.

 

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