Moción: colocados por Sánchez en «la dirección del Estado»

Moción de censura

Hace hoy un mes que reflexionamos sobre la anunciada moción de censura contra Sánchez promovida por Vox con el profesor Ramon Tamames como candidato. Mostraba el escepticismo conque era acogida dicha iniciativa, y que quedaba reflejado en su título: Moción de censura: Qui prodest? Recogía un mayoritario estado de opinión existente en la opinión publicada, coincidente con la opinión pública según la práctica totalidad de los sondeos conocidos, aunque remitía a una valoración definitiva una vez efectuado el debate. Ahora llegado ese momento, corresponde atender el compromiso asumido. Tras seguirlo atentamente y decantada la reflexión posterior, pueden extraerse algunas conclusiones particularmente interesantes ante la inmediatez de unas elecciones tan importantes como las municipales y autonómicas dentro de apenas dos meses, como auténtico preludio de las próximas elecciones generales de diciembre.

En cuanto al candidato, se puede afirmar que ciertamente no defraudó las expectativas puestas en su persona, conocidas y asumidas las limitaciones de movilidad debidas a su avanzada edad, y que por supuesto también mermaron el impacto mediático de su intervención al tener que intervenir sentado y desde el escaño y no desde la tribuna de oradores. Dicho lo cual, una primera conclusión es que -al igual que manifestó el «candidato Tamames» con dolorida expresión-, el tono general del debate mantenido con el sanchismo censurado, contrastó radicalmente con su intervención, tanto por la calidad de las intervenciones como por el rencor que las acompañaba.

Para un acreditado profesor universitario como él, con una larga trayectoria de servicio público a sus espaldas, comunista de la Transición y comprometido con un claro deseo de olvidar trincheras, enfrentamientos y reescrituras del franquismo y la guerra civil, escuchar a dichos portavoces mereció una absoluta decepción y repulsa. Una enseñanza del debate es comprobar la hondura que separa a un veterano protagonista, representante de la generación de la Transición, con unos políticos que parecían estar dirigiéndose a una asamblea estudiantil de aquellos años de 1956 en los que el profesor Tamames era un universitario comprometido en lugar de intervenir como diputados en la sede de la soberanía nacional. Aunque sólo -con tilde- hubiera sido por eso, ya hubiera bastado para no considerar ocioso el debate, aunque hubo bastante más.

Si la moción de censura de mayo de 1980 de Felipe González contra Adolfo Suárez fue seguida hasta en las aulas -como afirmó Tamames- despertando una gran ilusión y respeto por la política entre la juventud y el conjunto de la población, esta moción, aunque fuera por razones de pedagogía absolutamente distintas y distantes de aquellas, debería ser divulgada también. Aunque, justo es advertirlo previamente, en este caso impuesto como un deber cívico ante el más que previsible desinterés por hacerlo, conocido el deterioro general existente a nivel social en la estimación hacia la política.

A ello tampoco ayudó después la pesadez de oír interminables momentos de lectura de incontables folios por parte de Sánchez aplicando el método Ollendorff -«pregunte lo que quiera que yo contestaré lo que me parezca»-como genuina expresión de la antipolítica y el antiparlamentarismo. Dejamos reseñadas algunas «perlas cultivadas» para la historia, como compendio de las conclusiones del debate, pronunciadas por Mertxe Aizpurua, portavoz de Bildu, al tratarse de una aliada política prioritaria del sanchismo gobernante: «Con 5 escaños hemos conseguido muchas cosas», afirmó, destacando, entre otras, las siguientes: 1)»La mayoría plurinacional y progresista de este Congreso»; 2) Que «no nos une una misma nación, pero sí, una misma clase».  3) Advertir -dirigiéndose a la «ultraderecha»-, que «jamás ustedes gobernarán ni en el Estado ni en Euskalerria en lo que dependa de nosotros», lo que con sus conocidos precedentes con el terrorismo podría resultar cuando menos inquietante. Aunque soslayó la plena consecución del objetivo de Otegi de «presos por presupuestos», pues no era necesario reiterarlo por sabido, sí dejó claro su reto principal para el futuro:  4) «Reconocer el derecho a decidir de las naciones sin Estado». Lo dicho: no fue ociosa en absoluto la moción ni para el interés general de España ni para el bien común de los españoles. Por dar a conocer con luz y taquígrafos quiénes están colocados por Sánchez en la «dirección del Estado».

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