Mitos y estereotipos de la inmigración actual (I)

Mitos y estereotipos de la inmigración actual (I)

El asunto del Open Arms que ha copado la atención mediática del último mes no ha terminado realmente. A pesar de que más de un centenar de inmigrantes han pisado suelo europeo para acabar con sus dramas personales, la realidad es que tristemente ni van a poner punto y final a su incertidumbre vital, ni los dramas que los envuelven van a desaparecer. Vivimos en la era en la que la ciudadanía quiere soluciones sencillas a problemas complicados, en una época en la que por el hecho de que más de un centenar de personas hayan logrado llegar a territorio europeo sanos y salvos, se tiende a pensar que ya hay un problema personal menos en el mundo. Sin embargo, esas personas van a ser tratadas de acuerdo con la legislación de cada país y si se demuestra que reúnen los requisitos para ofrecerles asilo, lo obtendrán, pero una parte de ellos serán devueltos a su lugar de procedencia si no son capaces de demostrar que son víctimas del sistema en el que vivían.

Por eso me gustaría abordar algunos de los mitos o estereotipos que envuelven a la cuestión de la inmigración en la actualidad y que son utilizados con habilidad desde ciertos movimientos sociales, ONG y partidos políticos de izquierdas para proyectar en la opinión pública una imagen que realmente no se corresponde con la realidad:

  1. Los inmigrantes africanos tienen el mismo derecho a venir a Europa que los europeos que huyeron a América durante la Segunda Guerra Mundial: Afortunadamente no existe una guerra a gran escala en el mundo comparable con la que produjo 60 millones de víctimas y arrasó países como Polonia, Ucrania, Francia, Bélgica, Holanda, Bielorrusia, entre otros hace 75 años. Los inmigrantes que llegan actualmente a Europa lo hacen mayormente de África, dado que según los datos de la Oficina Internacional de Migraciones dependiente de la ONU los refugiados procedentes de Siria, Irak y Afganistán se han reducido considerablemente a medida que esas regiones se van estabilizando. Los inmigrantes que llegan a España son mayormente de Marruecos, Mali, Costa de Marfil, Gambia y Guinea. Exceptuando a Mali, el resto de países no viven bajo ningún conflicto, si bien tienen gobiernos de carácter autoritario y corruptos. Por todo ello, comparar las migraciones de la actualidad con la Segunda Guerra Mundial, sin tener en cuenta otros factores como el efecto llamada, el papel de las ONG y el de las organizaciones criminales que se enriquecen a costa de poner en rumbo desconocido a los inmigrantes es totalmente inexacto.
  2. España tiene que acoger a inmigrantes como otros países acogieron a los exiliados españoles en la Guerra Civil. Se trata de otra de las falacias más repetidas cuando se habla de sucesos como el Open Arms. Los exiliados españoles viajaron a aquellos países con los que había una relación cultural más cercana o mayor proximidad geográfica. El comportamiento de los países donde los españoles que huyeron de la guerra fue muy desigual. No es comparable la acogida de México con la de Francia que literalmente cerró la frontera con España en dos ocasiones o la de Argentina, por mencionar tres ejemplos.

Los países africanos de donde proceden los inmigrantes fueron colonias en un pasado no muy lejano de algunos países europeos. Por ejemplo, Gambia fue británica; Guinea, Costa de Marfil y Malí, francesas; y Marruecos perteneció a Francia y España. Pues bien todos esos países son explotados por empresas extranjeras, mayoritariamente de sus viejas colonias, en connivencia con las élites corruptas. Así, si el 60% de las exportaciones de Malí son de oro que se dirigen a destinos como Francia o Suiza, creo que es razón más que suficiente para pensar que sobre los países que contribuyen por interés comercial al mantenimiento en el poder de algunos sátrapas perseguidores de su población debería recaer una mayor responsabilidad para acoger a sus nacionales. Y lo mismo habría que añadir de los países que provocan guerras en ciertas zonas del mundo. Así, EEUU tiene una responsabilidad moral e internacional con los refugiados procedentes de Irak, Afganistán o Siria, porque, entre otras cosas, ya le han sacado rédito comercial y geopolítico a su intromisión en dichos países.

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