Mismo lenguaje, mismas medidas que Maduro

Ha despedido el presidente Sánchez el curso político (el de la podemización de PSOE, al estilo Largo Caballero de hace 90 años) con un rosario de descalificaciones a la oposición política y también a la oposición empresarial que ha puesto el dedo en la llaga respecto al impuestazo especial que no llegará a lado alguno por “vacuo, vacío e inoperante…”.
Curiosamente, o no, ha sido una despedida, antes de subirse al superpuma y al falcon (su estado natural), a lo Maduro; repleta de irresponsabilidades, manidos clichés, medias verdades manipuladas y mentiras flagrantes. Olvida -ni el mismo se lo cree-que es el jefe de Gobierno de la cuarta potencia de Europa para conducirse como un pequeño matón de república bananera que avergüenza a los suyos propios.
Además de plagiario de tesis doctorales (esto está acreditado desde hace años), tampoco tiene reparo alguno en utilizar las frases de su antiguo amigo (hoy enemigo mortal) Albert Rivera, incorporando al léxico sanchista lo de “la clase media trabajadora…”. Tengo para mí que ni siquiera sabe lo que es la clase media y mucho menos trabajadora porque no se ha distinguido precisamente por ser un estajanovista. Ante la crisis energética solo recurrir a una fatua medida de su profesor, Miguel Sebastián: tirar la corbata a la papelera… ¡Y problema resuelto!
En muy difícil encontrar entre los 27 gobiernos que forman parte de la Unión Europea (UE) ningún primer ministro que se comporte públicamente con la chulería que lo hace el tal Sánchez. Ninguno de sus colegas utiliza a los empresarios como un pim-pam-pum sin reparar en groserías, falsedades y faltas de respeto. Lo hace desde la Presidencia del Gobierno de España, no olvidarlo.
No seré yo el que tenga que salir, ni salga, en defensa de la presidenta del Banco de Santander, doña Patricia Botín, que ha venido compadreando con su amiga Nadia Calviño desde que la eurócrata llego al poder. Hubo momentos en los que se mimetizó tanto con las posiciones de la hija de aquel Calviño de Alfonso Guerra, que resultaba difícil distinguir quién era la ministra y quién la banquera. Ahí tiene el resultado.
El caso de Galán es diferente, aunque parecido. Mientras a Sánchez le vino bien codearse con los grandes empresarios españoles con pica mundial (es el caso), pues nada puertas abiertas en palacio. Cuando sus intereses políticos se confunden con los de Echenique, Iglesias y Monedero (el megarrico) hay que destruirles a toda costa. ¡Por fin, los empresarios (grandes, medianos y pequeños) se han caído del guindo! Cuatro años después de la llegada de Sánchez al poder han descubierto su auténtica personalidad y sus verdaderas intenciones.
¡Demasiado tarde, amigos!
La clase media trabajadora…
Temas:
- PSOE