¡Un milagro en Barcelona!

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El constitucionalismo catalán está acostumbrado a las malas noticias, dado que mientras el separatismo difunde cada día su relato falso y manipulador con notable éxito tanto en Cataluña como en el resto de España, los partidos no nacionalistas apenas consiguen alguna victoria simbólica. Entre la gran potencia de fuego del aparato propagandístico secesionista, y los fuertes apoyos de todo tipo que el independentismo tiene en los poderes políticos y mediáticos «de Madrid», los rupturistas no hacen más que ir avanzando hasta su objetivo final de trocear a nuestro país.

La Familia Real, encarnada tanto en el actual monarca como en su antecesor, no hacen más que recibir golpes de todo tipo por parte del separatismo. La última es que han ‘desinvitado’ a Felipe VI de la entrega en Barcelona de despachos a los nuevos jueces. Pero cada vez que el Jefe de Estado intenta hacer algo tan normal como visitar Cataluña, las instituciones que dominan los secesionistas – y los comunes – le montan un numerito sin que el Gobierno de España muestre firmeza para evitarlo.

Uno de los últimos capítulos de esta persecución contra la monarquía se vivió cuando el pleno del Ayuntamiento de Barcelona retiró la medalla de oro de la ciudad a Juan Carlos I. Entonces Ada Colau, a instancias de los de Junqueras y Puigdemont, permitió esa vergüenza a pesar de que el rey emérito no ha sido todavía ni procesado, ni condenado. Pero donde las dan, las toman, y de la misma manera que ERC consiguió esta victoria simbólica, ayer se encontró con la horma de su zapato. El partido de Manuel Valls, Barcelona pel Canvi, pidió que también se iniciara el proceso para retirar la medalla de la ciudad que se otorgó a Heribert Barrera.

¿Quién es Heribert Barrera? Es un racista y supremacista de manual que fue presidente y secretario general de Esquerra Republicana, y fue el que garantizó la mayoría necesaria para que Jordi Pujol accediera al poder en 1980. A cambio recibió como pago ser el presidente de la cámara autonómica catalana. Barrera en un libro de memorias se soltó y dijo cosas como que «en América, los negros tienen un coeficiente inferior al de los blancos» y que «se debería esterilizar a los débiles mentales de origen genético».

Y se produjo el milagro: los comunes de Colau unieron sus votos a los del PSC, Ciudadanos, Barcelona pel Canvi y PP y la moción salió adelante, y Barcelona ha comenzado el camino para dejar de estar deshonrada por contar entre sus galardonados con un personaje tan siniestro como Heribert Barrera. ERC, que nunca ha abjurado de Barrera y le sigue homenajeando en la web oficial del partido, ha recibido un duro golpe simbólico. Curiosamente, el separatista que ha protestado con más dureza por este hecho no ha sido un dirigente de Esquerra, sino el presidente de la Generalitat, Quim Torra.

No es de extrañar, porque en la trayectoria de Torra han abundado los tics supremacistas, de ahí que se haya indignado porque se pueda retirar la medalla de Barcelona a quién considera «un luchador incansable de la libertad». Torra y Barrera son las dos caras de la moneda del separatismo más siniestro, el que desprecia a todos aquellos que no comparten sus postulados y creen en la ‘superioridad’ de unos catalanes sobre los otros, según el idioma que hablen y el partido al que voten.

Aunque esta alegría nos dure poco, hay que disfrutarla. Y repetir hasta la saciedad que Heribert Barrera es un racista que demuestra que dentro del separatismo hay un alma totalitaria que hay de denunciar permanentemente. Más que nada porque en Madrid y en el resto de España hay mucho tonto útil que se cree que el independentismo es «progresista» y que son unos buenos «compañeros de viaje» para «cambiar el régimen del 78». El único régimen que buscan implantar los secesionistas catalanes es una dictadura sin máscaras en la que millones de catalanes sean extranjeros en su país, y se les prive de sus derechos ciudadanos por no rendir pleitesía a la estelada y al lazo amarillo.

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