Mariano está amortizado
Mariano está amortizado. Esa es la conclusión a la que muchos en el Partido Popular han llegado y que a través de este diario he podido confirmar. Voces que siguen discrepando en bajo lo que ya es una declaración altisonante. Y no es una impresión que sólo compartan perfiles significativos en Génova y parte de Moncloa. También entre el empresariado más señero del IBEX 35 empieza a dejarse notar la indiferencia por la situación del presidente del Gobierno. Los ojos de los próceres de la economía patria están ahora puestos en la figura emergente de Albert Rivera, defensor de un libre mercado en el que se sienten cómodos y con el liderazgo y la firmeza precisas para hacer frente a los desafíos que los nacionalismos y otros elementos de alteración del sistema presentan. «Rivera es la opción viable y segura. Lo de ahora no son más que incertidumbres maquilladas por el BOE» me confesaba recientemente un alto cargo de la administración, que conoce bien los entresijos de fontanería del Partido Popular.
Encuestas precocinadas al margen, en los mentideros políticos ya no se ve como una boutade de medianoche el asalto a los cielos monclovitas de la formación naranja. Rivera ha pasado en cuestión de semanas de posible aliado a rival seguro, de atractiva llave de gobierno a verdadera y real opción de gobierno. Toda reacción dependerá, como siempre cuando hablamos de Génova, de lo que el asesor áulico y el nuevo cocinero dicten al presidente.
Ya les adelanto que la estrategia consistirá en sacar encuestas que sitúan al PP como el partido en intención de voto con mayor porcentaje, dejando a Ciudadanos en tercera o cuarta fuerza política. Se hará una campaña sentimental por parte de ministros y vicepresidenta y se dejará el papel de relator de hechos a Rajoy. No se suban a caballo ganador todavía hasta que no escuchen lo que tenemos que contarles, será su subliminal mantra no oficial. Las teles rebosarán de perfiles populares, porque ahora la política se hace en el cuadrilátero mediático de la tertulia. Ya no se va a explicar sino a debatir. No importa el argumento y sí el titular. Negar un debate a cuatro es solo el principio. No quieren exponer vergüenzas internas ante un votante hastiado de tanta sombra. A Rajoy, habitante de isla mínima, unos y otros le susurran al oído: ¿Mariano, tú te fiarías de alguien como tú?
En Moncloa temen un pacto de centro izquierda. En realidad temen cualquier coyuntura que les obligue a golpear los quicios de las engrasadas puertas nacionalistas de siempre. En la mente de Ciudadanos no circula la idea de darle un gobierno a un partido que, a día de hoy, está en clave de empate técnico. El promedio de sondeos actuales, sometidos a desvíos coyunturales, ayuda a derribar el mito de mirlo blanco posado en cabeza ajena que atribuyen los expertos demoscópicos a los efluvios coyunturales y pasajeros de las catalanas. Hoy, la mente de Albert Rivera está en ocupar Moncloa a partir del 21 de diciembre. Del juego de pactos dependerá la supervivencia del futuro gobierno. La estabilidad no entiende de aritméticas, y sí de sentido común.
Mariano está amortizado, repiten entre bambalinas políticas. Ni siquiera una victoria le garantiza evitar el retiro dorado de la jubilación anticipada. Muchos en el PP no le quieren, casi todo el empresariado le da la espalda, los Brutos mediáticos se agolpan oliendo la sangre. Al presidente le tienen preparado su epitafio, gestionado su entierro político y adelantado su exilio. Falta saber si habrá violines que tocar en la esperada noche de los difuntos.
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