Madrid es cultura

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En una sesión sin precedentes, la Asamblea de Madrid aprobó el jueves pasado tres leyes en materia cultural: Archivos y Patrimonio Documental; Libro, Lectura y Patrimonio Bibliográfico; y Patrimonio Cultural. Las tres nuevas normativas sitúan a nuestra región en cabeza de la legislación de sus respectivos campos, de acuerdo también con la realidad pujante que Madrid encarna culturalmente.

El Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, a través de la Consejería de Cultura que dirige Marta Rivera de la Cruz, ha cumplido su compromiso de actualizar la legislación en cuestiones claves para la protección, conservación y difusión del patrimonio madrileño, que es el de todos los españoles. Las leyes, que han cumplido escrupulosamente los plazos de tramitación en la Cámara autonómica, han venido siendo ampliamente debatidas en sus borradores en los últimos años con los sectores de la sociedad involucrados.

La actualización de estas leyes también había sido largamente solicitada por los partidos de la oposición, de los que se han recogido en muchos aspectos sus enmiendas al articulado con la voluntad de sumar las aportaciones de todos los grupos parlamentarios para tener las mejores leyes posibles. El resultado ha sido su aprobación con el apoyo de Vox en los tres casos, así como el de Podemos en la de Archivos, y la abstención del PSOE en Archivos y Libro. Aunque Más Madrid votó en contra de las tres, no tengo reparo en reconocer sus positivas aportaciones a los textos finales.

La Ley de Archivos y Patrimonio Cultural, que sustituye a la vigente, que era de 1993, supone por encima de todo un paso importante en la mejora del ejercicio de nuestras libertades, en un aspecto fundamental como es el derecho de acceso a la información pública. Era necesario responder también a la propia evolución de la Administración autonómica, con el aumento exponencial que la creación de documentos ha tenido.

Además de la regulación del derecho de acceso a los documentos, la nueva ley organiza el Sistema de Archivos de la Comunidad de Madrid, la gestión documental, con especial atención a los documentos electrónicos, y la posibilidad de que los archivos privados entren a formar parte de la red de archivos de uso público de nuestra región.

En cuanto a la Ley del Libro, la Lectura y el Patrimonio Bibliográfico, teníamos también una legislación desfasada -la de Bibliotecas era de 1989, y la del Libro, de 1999- que no respondía a la realidad de la Comunidad de Madrid. Hoy somos la región con mayor índice de lectura de toda España: el 74,3% de los madrileños lee en su tiempo libre, lo que no es sino una prueba más de la sociedad abierta que es Madrid, de ciudadanos conscientes de la importancia de la lectura para el pensamiento libre y crítico. En cuanto a producción editorial, Madrid elabora el 40% de los títulos publicados en España, porcentaje que se eleva al 43% en el caso de la facturación y al 45% en el de la exportación de libros.

La ley pretende continuar con las políticas que han favorecido estos datos y afianzar el hábito lector del que disfrutan muchos madrileños, a través de planes de fomento de la lectura o campañas de sensibilización, y siempre contando con las asociaciones de profesionales y gremios de editores y libreros. Sin olvidar que se regula por primera vez la protección y conservación del patrimonio bibliográfico y audiovisual madrileño.

Se reconoce el valor cultural de todos los integrantes en la cadena del libro, con especial consideración a los libreros y a las editoriales, con medidas de apoyo, de modernización y de expansión internacional. También subraya la importancia de las bibliotecas públicas en la Comunidad de Madrid, que son unos instrumentos extraordinarios, con grandes profesionales que nos están ayudando a extender por todos los barrios el hábito de la lectura. Se ha completado la implantación del carné único en las 220 bibliotecas y centros de lectura públicos de nuestra región, lo que da acceso a los madrileños a cerca de 8,5 millones de volúmenes.

La nueva Ley de Patrimonio Cultural sustituye a la anterior de 2013, y responde claramente a la mayor percepción del valor de nuestro patrimonio por parte de los madrileños. Me permitiría decir que en ese sentido ha sido un aldabonazo la declaración del Paseo del Prado y el Retiro como Patrimonio Mundial por la Unesco, que se suma a las declaraciones del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, Aranjuez y Alcalá de Henares.

La cuestión fundamental de una ley de este tipo es si garantiza la protección, conservación y difusión del patrimonio cultural, y la respuesta es rotundamente sí, y así lo han manifestado claramente instituciones como el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid o la Real Academia de Bellas Artes. Se ha creado una nueva categoría de protección, que se suma a los Bienes de Interés Cultural y Bienes de Interés Patrimonial, como son los Catálogos de Edificios y Espacios Protegidos de los Ayuntamientos, con lo que se reconoce el papel tan importante que tienen los municipios en la protección de su propio patrimonio. Y hoy en los pueblos de nuestra comunidad estamos viendo esa atención y ese interés por proteger lo que es el legado histórico de cada municipio, que es una fuente de riqueza, también por su atracción de turismo.

Se definen además nuevos patrimonios, con nuevas categorías de bienes inmuebles, como Sitio Industrial, Sitio Etnográfico e Itinerario Cultural. En cuanto a los bienes del patrimonio etnográfico reconocidos como bienes culturales a proteger, destaca la inclusión de la arquitectura religiosa, incluyendo los calvarios tradicionales y las cruces, sin que ningún grupo objetara esta protección. Hay otra novedad importante que es la educación patrimonial, para que nuestros alumnos aprecien el valor de nuestro patrimonio cultural y se comprometan a protegerlo, conservarlo y difundirlo.

Con la puesta al día de estas legislaciones culturales, Madrid vuelve a erigirse en un ejemplo para el resto de las regiones. Sin duda, la realidad que hoy vive nuestra comunidad es singular, ya que lidera en España todos los rankings en cuanto a oportunidades de creación para autores, artistas y productores, así como de disfrute para todos los públicos, en artes escénicas, música, cine y libros.

Madrid se demuestra así una comunidad abierta y acogedora para todos los que quieran desarrollar su talento y creatividad, a la vez que representa un lugar único para valorar y disfrutar del legado histórico, artístico y cultural del que somos herederos y que tenemos la responsabilidad de transmitir a los que nos siguen. Madrid, en definitiva, es cultura, lo que significa que Madrid es libertad.

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