Lo que no había era vergüenza, Teresa Ribera

Que Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica, departamento del que dependen las cuencas hidrográficas, ha tratado de poner tierra por medio de la tragedia que ha asolado Valencia es una evidencia incuestionable, pese a que su responsabilidad la obligaba a estar monitorizando la evolución de la fatídica DANA. Sin embargo, Ribera se fue a París y Bruselas a apuntalar su candidatura a vicepresidenta de la Comisión Europea, un cargo que ahora está en cuestión al comprobarse su negligente gestión. Pero su responsabilidad va más allá de su inacción en la tragedia de Valencia, sino que viene de atrás.

La obra clave que hubiera evitado la catastrófica inundación del barranco del Poyo fue rechazada por «falta de disponibilidad presupuestaria» en 2021, pese a que todos los informes técnicos urgían a llevarla a cabo. Eran 35 millones de euros que Teresa Ribera no quiso emplear. Sus prioridades eran otras. Por ejemplo, la publicidad institucional. Campañas de promoción del ministerio, propaganda y autobombo. No había 35 millones de euros para acometer una obra que de haberse llevado a cabo hubiera evitado muertes, pero sí que había 42 millones de euros para sacar pecho. El departamento de Teresa Ribera es el que más campañas publicitarias ha lanzado en los últimos años.

Es lo que pasa cuando un Gobierno, en lugar de gestionar sus recursos pensando en el interés general, dilapida el dinero público en campañas publicitarias que lo que buscan es la pura promoción partidista. El coste en propaganda ha sido mayor que lo que hubieran costado las obras del barranco del Poyo, pero ante la disyuntiva de tener que elegir entre la publicidad y acometer un proyecto de ingeniería fundamental, el departamento de Teresa Ribera optó por la propaganda. Ribera no sólo huyó cuando la DANA amenazaba con devastar Valencia, sino que con anterioridad prefirió gastar millones de euros en promocionar su imagen y la de su ministerio  antes que invertir en seguridad.