La Libertad es vuestra puta

La Libertad es vuestra puta

Esa mosca cojonera que os ha picado a todos esta semana con la defensa de la libertad. Eso decís, indignadísimos. Lanzados cual hienas hambrientas a la carnaza de las consignas populistas, modeladas con vuestra tolerancia de plastilina. No, no sabéis lo que es la libertad ni sois sus guardianes aunque os llenéis la boca con la palabra para devorarla en vuestro propio interés y regurgitarla después, vacía de contenido. No la reconoceríais ni aunque os pasase etiquetada varias veces por delante de las narices. Os diré lo que sois: sus peores enemigos. Porque mientras disfrutáis plenamente de ella y la aprovecháis para hacer y decir lo que os venga en gana —sin escatimar en chistes macabros y rapear barbaridades— os frotáis las manos pensando en su monopolio. A vosotros la libertad no os interesa salvo para secuestrarla, encerrarla en un zulo de pensamiento único y violarla en manada.

¡Qué vais a luchar por la libertad de expresión! Si ya la tenéis. Si tenéis la posibilidad de abuchear el himno nacional, el mismo que esos paraísos “democráticos” —a los que admiráis con devoción— cantan en las escuelas con fervor como signo de fortaleza de la república que tanto ansiáis. Si podéis pasearos por los platós de televisión para pontificar en medios de comunicación —propios y ajenos— sobre las ideas que llevaron a la miseria y la muerte a millones de seres humanos, y lo siguen haciendo. Si ponéis de ejemplo a Estados Unidos, donde la Constitución permite quemar la bandera sin represalias —mientras todos y cada uno de sus ciudadanos la izan en los jardines de sus casas sin asumir el riesgo implícito de que alguien como vosotros les llame fachas— pero la sociedad civil jamás permitiría en el nombre del arte colgar en el Moma una secuencia fotográfica de los terroristas implicados en el atentado de las Torres Gemelas bajo el título de ‘Presos Políticos en Guantánamo’. Por si no lo sabíais, en Estados Unidos los veteranos de guerra son idolatrados, los militares jamás expulsados de ferias educativas —muy al contrario habitualmente invitados a dar charlas a escolares— la fiesta nacional celebrada con idéntico entusiasmo independientemente del signo del presidente y la libertad considerada algo intrínseco del patriotismo y sus valores civilizados.

A la Libertad que tiene nombre de mujer y lleva un pecho desnudo mientras guía al pueblo, vosotros preferís vestirla con un burka. Subyugarla y victimizarla en un supuesto colectivo oprimido, trocearla en cuotas y retorcerla en palabras imposibles hasta el contorsionismo lingüístico. Ese mismo que anula —sin otro argumento que la ingeniería social— la posibilidad de elección de los padres sobre el idioma en que educar a sus hijos porque consideráis que los supuestos derechos de una lengua —sin personalidad jurídica propia— deben estar por encima de los derechos fundamentales de los individuos que “libremente” la usan para comunicarse.

La libertad os queda grande así que dejad de pronunciarla. Lo vuestro no es ni siquiera liberación o catarsis. Es sólo libertinaje totalitario. Apeláis a la libertad oportunista y al recurso fácil para esconder vuestro odio al discrepante. Sois muy valientes para insultar, ofender y humillar a quienes no encajan en vuestros dictados, pero cuando sois vosotros los que probáis de ese mismo caldo corréis heridos a denunciar los agravios lloriqueando como niñatos —y no digo como nenazas, consciente de que vuestros tribunales censores me tacharían de inmediato de machista alienada por el heteropatriarcado—. Plañideras. Libertad es la capacidad de actuar y responder de las consecuencias de los propios actos con responsabilidad, valentía y honor. Y vosotros de eso, nada.

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