La legislatura se extingue
Cierra los ojos y se muerde los dedos… Sánchez está fuera de sí. Faltan más de dos meses de investigación del juez Peinado, porque la Audiencia no revisará los recursos hasta el 30 de septiembre. El trilero agotó sus mentiras y su mente se hunde entre derrota y derrota. Puigdemont le devolvió la traición sin espacio para reaccionar. A la investigada Begoña ya no la salva ni dios. La legislatura agoniza y se extingue mientras el cohete económico cae hecho añicos. Frankenstein 2 en pleno ingresará en el museo de objetos inútiles.
La de instituciones que ha corrompido en un solo año. Los conflictos que ha creado con países que eran nuestros amigos, el insultante trato que da a quien no piensa como él quiere que piense, su autoritarismo diabólico e injusto, el nulo respeto que le muestra al rey y a las fuerzas del orden. La de imbecilidades que hemos de aguantarle. Los insultos con los que intenta degradar al líder de la oposición y la sarta de agravios y calumnias que inventan sus esbirros y escupe desde los sótanos de la Moncloa la máquina del fango para desprestigiar a Ayuso y que a ella le resbalan como gotas de agua. Isabel es la única persona que le saca de quicio cuando le apetece, porque conoce a fondo la fragilidad, hiperhistérica, del psicópata.
El Gobierno de Sánchez ha sufrido dos nuevos palos en el Congreso, justo cuando se cumplía un año de las elecciones del 23-J. Lo que parecía cada vez más un eslogan de autoayuda (aquel manido «somos más» de la noche electoral) se ha convertido en un mal sueño para el déspota. M. J. Grech nos lo cuenta: «La agonía parlamentaria de Sánchez se multiplica. La geometría variable se vuelve en su contra y suma 33 derrotas en 7 meses. Entre humillaciones y chantajes, la supuesta mayoría de progreso aglutinada en torno a Sánchez no funciona como querría. Con el rechazo de la reforma de la Ley de Extranjería y los objetivos de déficit (el techo de gasto) la mayoría de progreso no era más que el sucio chantaje a un presidente dispuesto a dejarse chantajear, con tal de aguantar unos meses más en el poder». Ni más ni menos. No se puede jugar al mus con truhanes y las cartas marcadas.
Según un reciente panel demoscópico: «Pedro Sánchez es un mal presidente para el 63% de los españoles y el 30% de los votantes socialistas. Los electores no son indulgentes con él y le culpan de polarizar la política y deteriorar las instituciones. No está siendo un buen presidente del Gobierno». Pronto va a tener que pagar un alto precio por las atrocidades que ha cometido contra nuestra nación. Y pagará por todo el mal que ha hecho.
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