El gran apagón

Pasado un tiempo prudencial desde el gran apagón y de formarse una Comisión Estatal para conocer qué es lo que pasó, nadie ha podido leer la versión oficial y, desde luego, nadie ha podido reclamar indemnización alguna.
Ha habido opiniones disparatadas, una periodista lo atribuía a la astronomía y a la posición de los planetas, otros a la falta de respaldo del gas… En fin, que parece que no interesa la verdad, porque el apagón es un síntoma más del desastre administrativo que sufre España, donde todos los puestos de responsabilidad, que tienen que estar ocupados por profesionales con títulos académicos y experiencia, lo están por amiguetes enchufados e inexpertos con carné del partido o del sindicato, como el jeta del Periquín de Valencia, con su título falsificado y su mujer, que no tiene estudios, colocados como altos funcionarios en la Administración autonómica. En lo que son grandes profesionales y expertos es en echarle la culpa a los demás.
Por ejemplo, con la DANA de Valencia, echándole la culpa a Mazón, cuando hasta la UCO ha informado de que la CHJ no hizo nada de nada por avisar (aunque nadie toma conciencia de las causas que provocaron el desastre), o el ministro de Transportes, echando la culpa del caos ferroviario a otros operadores… o Red Eléctrica, echando la culpa a Francia e Iberdrola…
El tercer mundo
Uno de los temas que divide al mundo occidental del tercer mundo es la fiabilidad del sistema eléctrico y la ausencia de apagones. En los viajes a países subdesarrollados, siempre se escucha de fondo el ronroneo de los grupos electrógenos en ciudades con sistemas eléctricos poco fiables. Coger un ascensor en un hotel de Estambul es toda una aventura, porque si te quedas parado entre pisos tienes que esperar a que se ponga en marcha el grupo electrógeno del hotel y nunca sabes si tiene gasóleo en el depósito.
Lo cierto es que el 28 de abril de 2025 transformó por completo la rutina diaria en España, sumiendo al país en una especie de vuelta al pasado durante muchas horas. El transporte estuvo paralizado, el metro, trenes y cercanías quedaron suspendidos en ciudades como Madrid y Barcelona, atrapando a miles de pasajeros. Los semáforos dejaron de funcionar, provocando atascos y caos vial. Aeropuertos como Barajas y El Prat operaron con generadores, sufriendo cancelaciones y retrasos masivos.
Supermercados y tiendas cerraron o sólo aceptaban efectivo, ya que los datáfonos dejaron de funcionar. Se agotaron rápidamente productos alimenticios y de supervivencia ante la incertidumbre sobre la duración del apagón. Hospitales y centros de salud activaron planes de emergencia con generadores, suspendiendo operaciones no urgentes. Las telecomunicaciones sufrieron cortes: internet y la telefonía móvil fallaron en muchas zonas.
Las escuelas suspendieron clases y muchos padres tuvieron que recoger a sus hijos antes de tiempo. Las familias improvisaron con radios de coche y transistores para mantenerse informadas. Se estima que el apagón causó pérdidas de entre 2.000 y 4.500 millones de euros, afectando especialmente a hostelería, comercio y agricultura. La industria automovilística y química detuvo su producción y muchos restaurantes perdieron alimentos por la ruptura de la cadena de frío.
A pesar del caos, fueron notables las muestras de solidaridad entre vecinos. Las Fuerzas Armadas asistieron a miles de personas, distribuyendo mantas, comida y agua. Este apagón dejó claro lo dependientes que somos de la electricidad para casi todo.
Las causas
Sobretensiones en cascada: una serie de aumentos de tensión descontrolados provocaron desconexiones automáticas de centrales eléctricas, lo que llevó al colapso total del sistema.
Oscilaciones eléctricas atípicas: se registraron variaciones inusuales en la frecuencia de la red (0,6 Hz), que desestabilizaron el sistema, provocadas por posibles anomalías internas de alguna planta de generación solar. El sistema sufrió una oscilación que no pudo manejar debido a la falta de inercia, un problema asociado con la alta penetración de las renovables.
Desconexión del sistema europeo: España y Portugal quedaron aislados de la red eléctrica europea tras una pérdida súbita de 15 GW de generación, el 60% de la demanda nacional. Sucedió particularmente desde Francia y provocó un desequilibrio severo en la red española. Un incendio que dañó la línea de alta tensión entre Perpiñán y Narbona, según algunos profesionales del sector, contribuyó a la inestabilidad de la red, dejando sin luz el sur de Francia, el norte de Italia y Suiza, aunque de forma muy rápida esos países equilibraron el sistema.
Alta penetración de renovables: la gran cantidad de energía solar y eólica en la red, sin suficiente capacidad de regulación de tensión, provocó la inestabilidad. Resulta que hay una gran penetración de plantas renovables sin capacidades técnicas adecuadas.
Otra vez las renovables
Las fuentes de energía se pueden dividir entre seguras e intermitentes. Las seguras son las que se pueden encender y desconectar, que son la nuclear, las centrales térmicas de carbón y la hidráulica. Las que solamente se pueden desconectar son las renovables, fotovoltaica y eólica, porque solamente pueden encenderlas el tiempo que haga.
Asociado a las renovables está el gas. El gas que convenió Felipe González en Argelia con la compañía SONATRACH. Argelia era en aquel tiempo un aliado estratégico de Rusia. El PSOE tenía que destruir todos los vestigios del franquismo, que proveía a España con la energía nuclear, la hidráulica y la térmica, teniendo así la electricidad más barata de Europa.
Primero se consiguió un gaseoducto que pasaba por Marruecos. Más tarde otro submarino y se construyeron seis plantas de regasificación para recibir el gas licuado por barco, encabezando este tema en Europa.
Desde entonces, el gas ha sufrido varios avatares y su brillo se ha apagado, primero con el problema del gas ruso y luego con los problemas políticos de Sánchez con Argelia.
El gas es un poco menos contaminante que el carbón, pero sigue siendo un combustible fósil muy nocivo para la salud, que además es explosivo. En California está prohibido.
Pero la función del gas es mucho más maquiavélica. Al introducir las energías renovables, con inversiones ruinosas que han costado millones a las arcas públicas, se precisaba de una energía de respaldo para seguir manteniendo la corriente eléctrica de forma constante. Para eso nos habían traído el gas, Para que, si se instalaba 1 MW de energías renovables, se instalara 1 MW de gas, por si no había sol o no había viento. Es decir, una doble instalación para un mismo servicio. Una burrada y un despilfarro sin precedentes.
El apagón ha puesto sobre la mesa el esperpento energético que padecemos, porque además los impuestos de la factura de la luz nos masacran. Aprovechando que se tienen que tomar medidas, pero sin control alguno, Red Eléctrica ha decidido incrementar el gas, que provocará un aumento de gases de efecto invernadero, un aumento del recibo de la luz y mayor dependencia exterior. Compramos un coche eléctrico carísimo para no contaminar y cargamos la batería con la electricidad producida con el gas contaminante. De película.
Conclusiones
El crecimiento previsto de la demanda eléctrica en España no es sólo un objetivo cuantitativo, sino un reflejo del profundo cambio estructural que está experimentando el sistema energético. La electrificación de la industria, la movilidad, la edificación y los servicios, junto con el despliegue de tecnologías emergentes, plantea retos significativos de planificación, inversión y adaptación normativa. Pero también abre una ventana clara de oportunidades para los agentes del sector.
Comercializadoras, generadores, grandes consumidores e inversores tendrán ante sí nuevos escenarios para diversificar su oferta, optimizar sus recursos y mejorar la rentabilidad de sus operaciones. En este contexto, contar con herramientas tecnológicas ágiles y flexibles será clave para competir en un mercado más complejo, digitalizado y exigente.
Y se tendrá que actuar de forma lógica para tener como objetivo el bien común y no la absurda parcialidad política, poniendo al frente a personas y equipos con la titulación y experiencia necesarias y no a personajillos tragaperras que viven a nuestra cuenta. En resumen, más ingenieros y menos mequetrefes.
- Miguel Ángel Merigó es ingeniero EPFL Suiza.
- Pedro Cantarero es miembro del Grupo de Trabajo sobre Industria y Energía del Congreso de los Diputados.
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