La inflación no termina de controlarse

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La inflación se mantiene en agosto todavía por encima del objetivo de precios del Banco Central Europeo (BCE) al situarse en el 2,3% interanual (una décima más que en el indicador adelantado). La subyacente también se sitúa en el 2,7% interanual, con fuerte resistencia a la baja, y el IPC armonizado con la Unión Europea (UE) en el 2,4% interanual, que es el homogéneo con el resto de la UE y sobre el que se basa el BCE como indicador de precios, que muestra que el nivel de precios está todavía en España un 20% por encima del objetivo del BCE para la eurozona (2%) y dos décimas por encima de la inflación media de la zona euro.

Es más, al propio BCE le preocupa mucho la resistencia que está teniendo la inflación del sector servicios, con un 4,2% interanual, que le hace ser más prudente en su política monetaria y ralentizar, quizás, el ritmo de bajada de tipos. Lo grave es que estos ritmos altos de inflación se producen sobre niveles de precios muy elevados alcanzados en los meses anteriores, con lo que sigue mermando el poder adquisitivo de los agentes económicos.

Recordemos que muchos productos han visto aumentar su precio de manera exponencial: así, sobre niveles ya muy elevados, en agosto el precio de los alimentos aumentó un 3,1%  interanual; la carne de cerdo, un 2,1%; los aceites, un 19,1%, en una subida exponencial durante muchos meses; los productos lácteos, un 0,6%, sobre subidas ya importantes de meses previos; las patatas, un 6,4%, con aceleración interanual; el pescado, un 1,8%; el azúcar, un 3,4%. Todo ello sobre subidas acumuladas ya muy importantes en los últimos meses. Esto hace que desde que gobierna Sánchez la inflación haya subido un 19,27%, mientras que la subyacente, durante su mandato, lo haya hecho un 17,47%.

Esto merma la renta disponible a los agentes económicos, que se empobrecen, especialmente las familias, afrontando, con los ahorros generados durante la pandemia ya gastados, un horizonte muy difícil en el que la mitad de los españoles tiene dificultades para llegar a fin de mes, mientras que el Gobierno los sigue endeudando y asfixiando con impuestos.

Una vez eliminadas la mayor parte de subvenciones que camuflaban la evolución de los precios, se ve cómo estructuralmente España sigue teniendo un problema de inflación. Es más, una vez que eliminó las ayudas y la rebaja de impuestos, la inflación ha subido: el índice a impuestos constantes de agosto se situó 3 décimas por debajo del IPC general una vez que se subieron los impuestos. Ahí se ve el efecto negativo inflacionista de los impuestos.

Además, la preocupante evolución del crecimiento económico, basado en el gasto público (que ha expulsado a la inversión, que se encuentra por debajo de los niveles anteriores a la pandemia), tensa los precios al alza. El Gobierno, con esa política de gasto desmedido e impuestos elevados, además, dificulta, presionando artificialmente los precios al alza, que se transmita adecuadamente la política monetaria del BCE y hace que vaya a tener que mantenerla durante más tiempo y con mayor intensidad, al no conseguir vencer la resistencia para llegar al objetivo de inflación del 2%, estando el IPC armonizado español un 20% por encima de dicho objetivo todavía, con una subyacente con gran resistencia a la baja.

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