Incoherencia, insolidaridad e ilegalidad en el cupo catalán

Sánchez Cataluña, opinión, ERC

Sánchez, tras ver que tiene dominado al Tribunal Constitucional y que la alianza de Frankenstein ampliado le soporta todo con tal de que no gobierne el PP, porque saben que sólo de Sánchez, de nadie más, de ningún color político, van a poder sacarle tanto como a él, se ha lanzado a romper la solidaridad entre los españoles y a darle a Cataluña la llave de la caja para que pueda seguir montando sus engendros de falsas embajadas y dilapidando el dinero de los contribuyentes en proclamas independentistas, en lugar de preocuparse por mejorar el nivel de vida de los ciudadanos.

Con ello, Sánchez es incoherente, incentiva la insolidaridad y sabe que la propuesta es completamente ilegal con la normativa actual, que le será muy difícil cambiar con la composición del Congreso, pues hasta una parte de los socialistas, como Page, el más visible, pero también Barbón, Lambán, Espadas o Gallardo, por poner unos ejemplos, están en contra de ello. Es lógico, primero, porque eso rompe la igualdad entre los españoles y, segundo, y posiblemente lo que les impulse a enfrentarse a Sánchez, porque sus regiones son receptoras netas, que tendrían que asumir el quebranto de que los independentistas catalanes se llevasen el dinero destinado a la sanidad y la educación de los ciudadanos de dichas regiones. Con los datos actuales del Sistema de Financiación Autonómica, Castilla-La Mancha podría llegar a perder 127,45 millones; Asturias podría perder 38,53 millones; Aragón podría perder 24,94 millones; Andalucía podría perder 466,53 millones; y Extremadura podría perder 90,25 millones. Es decir, sus ingresos se reducirían entre una y cuatro décimas de PIB, teniendo que realizar un ajuste en sanidad o educación en dicho sentido mientras los recursos se dedican al capricho independentista.

Es incoherente porque Sánchez, para atacar a Madrid, ha impulsado la homogeneización de los impuestos cedidos, pero, sin embargo, a Cataluña le quiere dar la caja entera, para que ellos recauden, gestionen e inspeccionen los ingresos, con los que se quedarán, a cambio de una irrisoria participación en los gastos de la Administración General del Estado -que seguro que sería tan beneficiosa para Cataluña como el cupo vasco- y con una supuesta solidaridad limitada en el tiempo y en la cuantía, es decir, ninguna. Sánchez dice que quiere homogeneizar, pero quiere crear, sin embargo, otro régimen fiscal más. Sánchez es incoherente.

Incentiva la insolidaridad porque si Cataluña deja de aportar, sólo quedan Madrid y Baleares para hacerlo, que no tendrán capacidad suficiente para poder cubrir el agujero que generará Cataluña. Eso hará que las regiones menos prósperas pierdan fondos, como antes he explicado, y que sus ciudadanos tengan menos acceso a los servicios fundamentales que el que tienen otros. Sánchez es insolidario.

Y ese sistema es ilegal con la normativa actual. No es constitucionalmente posible. Además, al hacerse de esa manera individualizada, incumpliría también con el artículo 2.c y 2.e, de la Lofca, al no garantizar los mismos recursos base para la financiación de los servicios públicos fundamentales a todas las CCAA y al atentar contra la solidaridad, que haría incumplir también el artículo 2 y el 138.1 y 138.2 de la Constitución. Sánchez, con este acuerdo, impulsa algo que sabe que, a día de hoy, es ilegal.

Es todo aberrante. Tanto que al hablar se le llena la boca a Sánchez de solidaridad y crea ciudadanos de primera y de segunda. Tanto que habla de los efectos redistributivos de la riqueza y lo limita a que quienes más tienen en Cataluña no puedan ayudar a quienes menos tienen en Castilla-La Mancha. Todo es un disparate.

Sánchez está cometiendo una tropelía, además de un inmenso error. Es cierto que él no piensa más allá de él, que implica que España y su partido no le importen nada, pero con esto va a resquebrajar España y va a hundir a su partido, que será barrido en el resto de regiones. Quien desde la cabecera del banco azul ha jurado guardar y hacer guardar la Constitución, es el que se ha puesto a liderar la destrucción de la misma, la destrucción de España, la destrucción de la solidaridad y el fin de la igualdad entre los españoles. Este sexenio negro de Sánchez -y lo que todavía dure- habrán de ser recordados como uno de los más oscuros de la Historia de España, al impulsar, entre otras atrocidades, que se les quitase el dinero a los pobres para dárselo a los ricos. Todos debemos avergonzarnos de este personaje, pero quienes más han de hacerlo son los socialistas, puesto que ha traicionado todo lo que ellos dicen defender.

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