Iglesias se pasa el Código Ético por el aro de la coleta

Iglesias se pasa el Código Ético por el aro de la coleta

El Código Ético de Podemos -ya saben, ese manual de autoexigencia que  han convertido en papel higiénico- obliga a sus miembros a «no percibir ninguna remuneración ni cesantías de ningún tipo una vez finalizada su designación en el cargo». Su interpretación es sencilla, pues es de una claridad meridiana, sin matices. Pues bien, Pablo Iglesias se lo ha saltado también sin matices. A lo bruto. Ha solicitado el cobro de los 5.316 euros al mes durante quince meses que la norma establece tras haber dejado su cargo de vicepresidente del Gobierno. Es decir, que Pablo Iglesias tiene derecho, pero el Código Ético de su partido le obliga a renunciar al mismo. Y para despejar cualquier duda, si es que aún cabe alguna, el documento podemita concreta: «Quienes con anterioridad al cargo fueran titulares de un empleo público retomarán con carácter definitivo el último puesto del que fueran titulares definitivos u otro puesto equivalente en términos de salario, dedicación, área de actividad y localidad, debiendo incorporarse a él en los plazos previstos para la toma de posesión en los procesos de provisión de puestos de trabajo» y «quienes no fueran titulares de un empleo público cobrarán la prestación por desempleo que les corresponda».

O sea, Iglesias se ha pasado el Código Etico por salva sea la parte, puesto que reclamó la indemnización el pasado 6 de abril, apenas seis días después de dejar el Consejo de Ministros. La asignación, según las normas internas de Podemos, es incompatible con otro sueldo, público o privado, por lo que el líder de Podemos deberá renunciar a ella en el caso de que, el próximo 4 de mayo, sea elegido diputado en la Asamblea de Madrid y recoja el acta.

No es que sorprenda el hecho de que Pablo Iglesias haya incumplido el Código Ético de su partido. Quien carece de ética y de vergüenza política es lógico que no se sienta moralmente vinculado a ningún tipo de norma interna. Al fin y al cabo, las normas las impone él y se las pasa por el aro de la coleta.

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