La hora de los halcones
Se dice que los asesores de los gobiernos se dividen en halcones y palomas, según las estrategias que aconsejan al presidente. No son mejores unas que otras, dependerá del momento pero lo malo es fallar: si eres paloma cuando el otro es halcón estás muerto. Hoy, cuando la democracia está en peligro porque su principal soporte, la ley, no se hace respetar debemos preguntarnos si ha llegado la hora de los halcones. Porque ya no es hora de negociar para que quienes se ríen del Estado y vulneran la ley saquen provecho de sus delitos, ni de esperar el apoyo de políticos oportunistas e interesados.
Es hora de detener a los delincuentes y recordar que es mejor acertar en solitario que equivocarse acompañado. No es hora para el buenismo con quien se aprovecha del apaciguamiento para humillar al Estado, ni de repliegues y abandonos, ni de ver cómo muchos ciudadanos catalanes pierden sus derechos y libertades. Es hora de que la sociedad madure, de asumir el sacrificio, incluso con la fuerza que le da el derecho al Estado, para restablecer el respeto a la ley y a las libertades individuales.
No es hora de complacer a errados líderes internacionales o de caer en manipulaciones perversas de buscadores de audiencia o dejarnos impresionar por calles llenas de rebaños y tractores. Es hora de explicar la realidad a quien quiera entenderla y de recordar que la única voz válida en una democracia es la de las urnas.
No es hora de incoherencias, complejos y debilidades. Es la hora de la responsabilidad, de que cada uno —Gobierno, oposición, medios de comunicación, ciudadanos— asuma la suya. Porque la abierta vulneración de la ley rompe la democracia y desprotege a la sociedad. Y eso afecta a su vida y la mía. Es, en fin, la hora de los halcones.