El hiyab: mala tela

hiyab España velo islámico
  • Teresa Giménez Barbat
  • Escritora y política. Miembro fundador de Ciutadans de Catalunya, asociación cívica que dio origen al partido político Ciudadanos. Ex eurodiputada por UPyD. Escribo sobre política nacional e internacional.

«A los defensores de que las mujeres lleven hiyab les preguntaría: ¿Cuántos palmos de tela que socavan la libertad de la mujer están dispuestos a aceptar?», dice Sonia Sierra en un artículo. La ex diputada se ha propuesto junto a la Dra. Elena Ramallo presentar conjuntamente una modificación legislativa para prohibir el hiyab en los centros escolares y el burka en el espacio público. Desgraciadamente, políticos y legisladores se están dejando llevar en esta cuestión por una inercia que tarde o temprano acabará estallando. Ambas mujeres lo están planteando como una batalla contra símbolos misóginos que corroen nuestras instituciones. Pero es que son mucho más que misóginos. Ojalá fueran sólo misóginos. Tenemos este pavoroso titular de un artículo del Daily Mail: «Cómo el terrorismo se está apoderando de Occidente: Uno de cada cinco sospechosos de terrorismo británicos son niños, y los fanáticos se radicalizaron en tan solo semanas gracias a la propaganda de IA».

Hoy en día, las personas pueden radicalizarse en cuestión de semanas y planificar y lanzar atentados terroristas en total aislamiento sin levantar sospechas. Los famosos «lobos solitarios», que nunca son tan solitarios. De hecho, el número de atentados en una zona guarda una relación estrecha con el reconocimiento, aunque sea «moral», que sus autores tengan. Recordemos que en los años en que ETA mataba tanto, el apoyo a la violencia armada por parte de ciudadanos que iban tranquilamente a misa y no matarían una mosca (una mosca, no), era francamente importante. Además, hoy, la edad promedio de los sospechosos de terrorismo está disminuyendo rápidamente. Actualmente, uno de cada cinco sospechosos de terrorismo en el Reino Unido está legalmente clasificado como menor. Así que no están tan equivocadas Sonia Sierra y Elena Ramallo al preocuparse por lo que ocurre en las escuelas. Según el Índice Global de Terrorismo (GTI), un estudio exhaustivo del Instituto para la Economía y la Paz que analiza el impacto del terrorismo en 163 países, los atentados terroristas aumentaron un 63% en Occidente entre 2023 y 2024, y siete países occidentales se encuentran ahora entre las 50 naciones más afectadas por el mismo.

Las tecnologías digitales, que tan bien se les dan a los jóvenes, están siendo clave. En 2002, dice el artículo, un año después de que Estados Unidos lanzara la guerra global contra el terrorismo, la comisión de un acto terrorista tardaba un promedio de 16 meses desde la primera exposición al contenido extremista, según la investigación del GTI. Para 2015, este plazo se había reducido en un 40%, y hoy en día, la radicalización puede ocurrir en tan sólo unas semanas. La asombrosa velocidad con la que alguien puede verse expuesto a ideologías radicales, adoctrinarse y preparar un acto violento dificulta enormemente la intervención de las autoridades. Incluso en lugares con tanta experiencia como los EEUU. Que esto suceda está relacionado con la tremenda gama de herramientas digitales disponibles, también para los grupos terroristas. Antes, las redes terroristas solían establecer contacto regular físico, telefónico y por correo electrónico con sus reclutas. Ahora, los grupos extremistas pueden operar casi exclusivamente en línea. Leemos que «las plataformas de mensajería con cifrado de extremo a extremo (E2EE), como Telegram, Rocket Chat y los foros anónimos de la dark web, permiten a las redes extremistas contactar con posibles reclutas y dirigirlos a sitios de la darknet. Estas redes de internet solo son accesibles con software especializado, descritas por los investigadores como un ‘refugio virtual’ donde terroristas y posibles reclutas pueden acceder a propaganda, instrucciones y herramientas para planificar y ejecutar mejor sus ataques».

Como dice Sonia Sierra, a mediados de los 90, cuando empezó a llegar la inmigración musulmana de forma masiva a España, no se veían niñas ni adolescentes tapadas, tan solo algunas mujeres casadas que tampoco llevaban hiyab, sino pañoletas. Ahora, además de mujeres adultas, cada vez hay más niñas veladas y a más corta edad por nuestras calles. Hoy es posible ver hasta niqabs, que cubren el rostro y apenas dejan ver los ojos. Yo he visto varios por Tarragona. Eso es una muy mala señal para nuestras sociedades democráticas y liberales.

Y, encima, Junts favorece la creación de una macromezquita en Banyoles. No cabe un insensato más.

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