El hachazo a los vivos
A este Gobierno frentepopulista no lo tumbarán los 40.000-50.000 muertos reales que deje la pandemia en España por haber reaccionado tarde y mal. Tampoco el haber contribuido a la propagación del virus agitando la convocatoria del infectódromo del 8-M. Menos aún la negligente gestión de las residencias de ancianos, foco de miles de fallecidos y competencia del seminarista Iglesias en el mando único de la alarma. Ni siquiera la desprotección de los héroes sanitarios, más del 20% de los contagios, o los bulos gubernamentales —como el pastel de los test insuficientes destapado por la OCDE— harán tambalear lo más mínimo a esta banda de mequetrefes, ajenos al luto nacional.
A este Gobierno guerracivilista que amenaza a la oposición por el simple hecho de ejercerla lo tumbará el bolsillo de los vivos. Y eso lo saben hasta los mayas, con todo el respeto para la cultura indígena. El bipartidismo en España tras la llegada de Felipe González al Gobierno ha estado marcado en menor o mayor medida por una alternancia cíclica que siempre ha desbancado a los socialistas por su incompetencia para hacer frente a las crisis económicas. Así, ocurrió con la de 1993, que terminó desalojando a un Isidoro salpicado de corrupción hasta el mismísimo Laos, y con la de 2008 que tocó techo en 2010 con el mayor tijeretazo social de la historia reciente, obra de José Luis Rodríguez Zapatero.
Y ahora, con el terrible horizonte macroeconómico que arroja para España la epidemia del coronavirus, el destino no pinta menos negro para el Gobierno socialista de Sánchez. Las previsiones remitidas por Moncloa a Bruselas auguran un desplome del PIB del 9,2% en 2020 y un fuerte incremento del paro al 19%. Y eso, tirando por lo bajo. Todo indica que el Ejecutivo socialista terminará abocado al rescate total para afrontar la deuda, con la intervención europea de nuestra cuentas que evitó De Guindos. Los más optimistas del ala salmón de la Moncloa lo niegan. Sea como sea y haya finalmente rescate o no, resulta incontestable, pues así coincide la mayoría de expertos, que el Gobierno bipartito tendrá que realizar severos recortes al dispararse la deuda pública. Por no hablar del déficit. Y aquí está el momento clave de la legislatura. Eso será fundamentalmente en torno a 2021 porque el desastre de este ejercicio ya está descontado.
De momento, el Doctor Cum Fraude dice que quiere presentar sus Presupuestos el próximo otoño, mientras seguimos con los eternos cuadros del popular Montoro. Sin embargo, tales cuentas, si es que llega a presentarlas tras recabar apoyos suficientes, no valdrán por sí solas y requerirán de drásticos ajustes. En la manera en que el Gobierno sociopodemita administre esta delicada fase, irá su futuro. Pero los precedentes no son nada halagüeños. Máxime compartiendo Consejos de Ministros con el vicepresidente Pablenin y sus secuaces como amantes del derroche de gasto público y el sablazo fiscal a las clases medias. Si lo de Zapatero fue un tijeretazo histórico, rebajando por primera vez el sueldo de los funcionarios y congelando las pensiones, lo del dúo Sánchez-Iglesias apunta al hachazo del siglo. Jóvenes y mayores de la era post-covid, preparen la cartera.