A los guardias civiles de Barbate «los mandaron a la muerte»

Editorial

No sólo la realidad ha desmontado la versión del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que corrió a apuntarse el tanto de la detención de los presuntos asesinos -que luego se demostró que no lo fueron- de los dos guardias civiles de Barbate, sino que ahora la justicia ha abierto una investigación a Interior por los errores que costaron la vida a los agentes. Y es que el Juzgado de Instrucción número 1 de Barbate ha abierto diligencias por un delito contra los derechos de los trabajadores para determinar si los errores en la planificación del operativo y la falta de medios contribuyeron a poner en peligro de muerte a los guardias civiles.

Cabe recordar que estos fueron enviados al recinto portuario barbateño con una zodiac del equipo de actividades subacuáticas que medía unos 5 metros, un tamaño bastante inferior a la narcolancha de 14 metros y con 4 motores fueraborda que les causó la muerte. Hasta el propio abogado de uno de los seis encarcelados censuró las condiciones de trabajo a las que se enfrentaron los guardias civiles la noche de los hechos: «Los mandaron a la muerte». Porque en torno al asesinato hay varias derivadas. La primera, la constatación de que los asesinos siguen sueltos, habida de cuenta de que los enviados a prisión no son los autores del crimen. La segunda, que pese a lo ocurrido la Guardia Civil no ha recibido más medios humanos y materiales para hacer frente a las poderosas mafias del narcotráfico que operan en la zona del Estrecho. Y la tercera, que queda por dilucidar la responsabilidad de los mandos que ordenaron intervenir, en condiciones de inferioridad manifiesta, a los guardias civiles que después fueron arrollados por las potentes embarcaciones de los narcos. Es aquí donde la justicia ha puesto el foco en las penosas condiciones de trabajo a las que se enfrentan cada día los guardias civiles encargados de hacer frente a los narcos. Y es que los agentes murieron por ser presa fácil e indefensa de los criminales: ni más ni menos.

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