El grave problema del precio de la electricidad (I)

El grave problema del precio de la electricidad
El grave problema del precio de la electricidad
  • MIGUEL ÁNGEL MERIGÓ / PEDRO CANTARERO

La evolución del sector eléctrico desde el comienzo de la Transición hasta hoy en día ha conocido grandes cambios en las soluciones que se han adoptado en cada momento. Con el Plan Energético de 1975 (modificado en 1978) se hizo frente a la crisis del petróleo de 1973, que encareció la factura de la energía por la dependencia de dicho combustible. Un error en la previsión de la demanda hizo que se programara una sobrecapacidad excesiva de las instalaciones planificadas.

El ambicioso plan creó grandes problemas financieros a las empresas eléctricas que se habían endeudado excesivamente, especialmente con acreedores extranjeros. El endeudamiento, en divisas, se agravó con las devaluaciones de la peseta a principios de los ochenta, así como la subida de los tipos de interés.

En la época de Suárez, el Gobierno argelino tenía un ambicioso plan de viviendas y pidió ayuda a España. Se montó un consorcio de empresas, Ferrovial, Cubiertas y MZOV, AUXINI y la ingeniería Heredia y Moreno.
La embajada española en Argel era frecuentada por el hermano de Abril Martorell, que estaba negociando, en representación del gobierno español, el contrato del gas con la empresa Sonatrach, la empresa más grande de Argelia, constituida para explotar los hidrocarburos de ese país. En aquellas fechas también frecuentaba Argel un tal Felipe González.

El anfitrión de Felipe González en Argel era un empleado de Heredia y Moreno que tenía un despacho allí con dos hermanos, hijos de republicanos exiliados españoles y que se entendían bien con el Gobierno comunista argelino. Una vez González en el poder resultó que la Sonatrach cerró el contrato del gas con el Gobierno, algunos malpensados decían que financió la primera campaña de González, que le llevó al poder.

Posteriormente, se construyeron dos gaseoductos con Argelia y más de diez gasificadoras (ahora hay, nada menos que 67, con una inversión de 13.161 millones de euros), haciendo de España el país con más capacidad de gasificación de Europa. Un ejemplo de la sobrecapacidad del gas en España lo tenemos al haber ofrecido gas para cubrir las necesidades de media Europa, cuando hace unos años, con la crisis de Ucrania, los rusos cerraron sus gaseoductos.

Ahora que se tenía la potente máquina de suministro de gas, lo que había que hacer es hacerse con todo el mercado energético eliminando la competencia. Pero debía introducirse de forma imperceptible, con un Plan que desviara la atención. Cabe destacar que en aquellos momentos España tenía la electricidad más barata de Europa.

En aquella época de González, rápidamente se congelaron las centrales nucleares (recuerdan… ¿Nucleares? No, gracias) y la producción hidroeléctrica… para introducir el gas con un plan muy bien estudiado. En 1983 el nuevo Plan energético recortó la potencia prevista, estableciendo la moratoria nuclear que determinó el detenimiento de la construcción de cinco reactores nucleares. Este plan se enfocó en la eficiencia energética, lo cual llevó a la coordinación de las empresas eléctricas en la operación unificada del sistema, que se materializó en la nacionalización de la red de transporte de alta tensión y en la creación en 1985 de Red Eléctrica de España como gestora de la explotación unificada del parque de generación y su coordinación con el transporte de electricidad.

Hay muchas razones por las que el sistema eléctrico español es ineficaz. Una de ellas deriva de la aparición de las energías renovables. Las necesidades de reducir el CO2 de la atmósfera pusieron de moda las energías renovables, con un componente político más que económico. Curiosamente, cuando hablamos de renovables nos olvidamos de que las hidroeléctricas son renovables. Cuesta entender por qué con el enorme potencial en esta materia que tiene España, se olvidaron de la energía hidroeléctrica, con muchos menos problemas que otras tecnologías. Pero formaba parte del plan.

Se proponía un nuevo sistema de generación de electricidad a través del sol y el viento, se anunciaba un negocio y se pagaba a las empresas para participar en él, increíble. En la época del derroche y el diálogo se multiplicaron las concesiones de licencias de una forma desorbitada con una dudosa imparcialidad, con el lema de que «España tenía que ser más verde que nadie»… Pero nadie hablaba del gas.

Para incentivar las energías renovables se diseñaron un conjunto de primas económicas para las diferentes tecnologías, eólica, solar, etc., que eran muy generosas y que posibilitaron un mercado de licencias muy fructífero para las empresas beneficiarias. Frente a un precio medio del mercado eléctrico de 50 €/ MWh, la energía eólica recibía 70 €/MWh, la termosolar 225€/MWh y la fotovoltaica 450 €/MWh. Las licencias se multiplicaron de una forma desorbitada y estos excesos produjeron un agujero económico importante en las maltrechas arcas públicas y que al final estamos pagando actualmente todos los consumidores.

La gota que colmó el vaso fueron las primas a las energías solares fotovoltaicas, de forma que nos convertimos en el consumidor de placas fotovoltaicas más importante del mundo en ese momento, circunstancia que aprovecharon los chinos para mejorar sus sistemas de fabricación de foam, por eso las placas cuestan hoy una décima parte de lo que se pagó en su momento.

Desde 2005 hasta 2013 los costes del sistema aumentaron un 168% a causa de las primas pagadas a las energías renovables, los costes regulados y las anualidades del servicio de la deuda contraída. Esta rápida evolución de los costes regulados provocó el Déficit de Tarifa al no poderse compensar con subidas análogas en las tarifas.

Cuando llegó el período político de la sensatez y se tuvo que poner orden en las cuentas para evitar la quiebra y el rescate, se revisó la sangría de las primas económicas de las energías renovables y las licencias, circunstancia que paró en seco la proliferación de ese tipo de instalaciones. Esta situación creó una crisis sin precedentes en el sector de las energías renovables que tuvieron que sufrir una de las mayores épocas de inseguridad de la historia de España.

El hecho de que las energías renovables dependieran de las condiciones meteorológicas como el sol o el viento, añadió unos factores variables en la ecuación de la energía que ha resultado un serio problema para la eficacia del sistema. Llega el momento del gas.

 

Miguel Ángel Merigó es ingeniero EPFL Suiza.
Pedro Cantarero es miembro del Grupo de Trabajo sobre el Cambio Climático del Congreso de los Diputados.

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