Un Gobierno así sería una chapuza

Un Gobierno así sería una chapuza

Las líneas maestras del acuerdo entre Podemos e Izquierda Unida anticipan el panorama de caos al que podría verse sometida España. Mientras los ciudadanos esperan a que llegue el 26J, hastiados por el desgobierno y la parálisis institucional, Pablo Iglesias y Alberto Garzón estrechan la mano en aras de consumar el sorpasso al PSOE e, incluso, el asalto a La Moncloa. Para tratar de lograrlo se acogen al disparate. Así lo demuestra el hecho de que pretendan turnar diputados durante la legislatura. Ambas formaciones han acordado combinar componentes de uno y otro partido a los dos años. En base a esta fórmula, el número 1 por Teruel y el 3 por Zaragoza se comprometerían a renunciar a sus respectivas actas en el Congreso para que subiera el siguiente en la lista, que sería del partido contrario. De esa manera, durante los dos primeros años, el diputado de Teruel sería de Izquierda Unida y los otros dos de Podemos. En Zaragoza sería justo al revés.

Una manera de proceder a modo de broma pesada para la ciudadanía, ya que con esa dinámica sería imposible el óptimo desarrollo de proyecto político alguno. No obstante, si la forma del acuerdo es, cuanto menos, sospechosa, el fondo supondría una rémora para mantener el actual crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) a más del 3% y, desde luego, un hándicap para la unidad de España. A nivel económico, Iglesias y Garzón apuestan por la creación de más impuestos. Un tiro al pie de la recuperación económica que desde hace dos años es una realidad cada vez más palpable en el país y que quedaría en situación de muerte clínica bajo el martilleo de las recetas populistas. La idea de una España unida tampoco sale muy bien parada en el ideario conjunto de Podemos e Izquierda Unida. Este frente popular promovería un referéndum independentista en Cataluña que podría extenderse como una pandemia por el resto de comunidades autónomas.

No hay nada nuevo en el pacto entre Izquierda Unida y Podemos. Más bien, todo lo contrario. Un acuerdo viejuno, donde regeneración y nueva política son tan sólo eslóganes olvidados en las asambleas callejeras del 15 de mayo de 2011. Alberto Garzón ha entregado su partido en manos de Pablo Iglesias a cambio de un puñado de escaños —ocho, en concreto— y el quinto puesto en las listas por Madrid. Escaso bagaje para un partido cuya historia quedará disuelta entre el oportunismo podemita. Los ciudadanos españoles deben considerar muy bien su voto de cara a las próximas elecciones generales, ya que las consecuencias pueden ser desastrosas a nivel económico, de estabilidad política e inversión internacional. No es cuestión de prejuicios. Se trata de analizar con templanza ideas y propuestas. Y en lo que respecta a los ejes vertebradores de una sociedad, las iniciativas que proponen Iglesias y Garzón son impropias de cualquier país que aspire a ser moderno y próspero en pleno siglo XXI.

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