Felipe VI, el último bastión de la libertad

Felipe VI, el último bastión de la libertad

“En mi nombre no hables jamás, inhabilitado xenófobo”. Con estas duras palabras, pero acertadas, el eurodiputado de Ciudadanos Jordi Cañas respondió a Quim Torra cuando osó pedir la abdicación de Felipe VI en nombre de todos los catalanes, argumentando que “los catalanes no tenemos Rey”. De hecho, tiene más razón Cañas que Torra, porque hay más catalanes que sí aceptamos a Felipe VI como Rey que a Quim Torra como ‘president’.

Hay muchos republicanos catalanes, no separatistas, que no son partidarios de la monarquía, pero si han de escoger entre Felipe VI, y el Quim Torra que dijo que los catalanes castellanohablantes eran “bestias con forma humana” y “con taras en el ADN” no hay color. La monarquía tendrá sus detractores entre los catalanes, pero tiene millones de partidarios. Y en cambio casi ningún constitucionalista apoya a Torra, ni la mayoría de los separatistas. Pueden hablar con cualquier votante o militante de ERC, o de la órbita neoconvergente, y verán lo que opinan del inhabilitado ‘president’.

El separatismo está aprovechando la sombra de sospecha que cubre la figura de Don Juan Carlos, sin que aún se haya producido ni una sola condena judicial, para lanzarse contra su objetivo real: Felipe VI. Desde que el 3 de octubre de 2017 simbolizara la voluntad de la gran mayoría de los españoles en su magnífico discurso contra el golpe de Estado separatista, se ha convertido en el objetivo a batir. El Rey simbolizó como nadie el espíritu de la “España de los balcones” y aglutinó la respuesta para defender nuestra democracia frente a los intentos secesionistas de dinamitar nuestro marco constitucional.

En estos días me he encontrado con docenas de personas, y no exagero, que me dicen que “no soy monárquico, pero apoyo a Felipe VI porque es la garantía de nuestro sistema democrático frente al ‘coletas’ del ‘caso Dina Iglesias’ y los golpistas separatistas”. Cuánta más cera dan a la Casa Real gentecilla como Torra, Junqueras, el clan de Galapagar o el futuro ganador de una docena de Emmys Valtònyc, más cierres de filas se producen para proteger a nuestro Jefe del Estado.

En Cataluña hasta la escuela de la Generalitat que forma a los Mossos d’Esquadra y los bomberos ha difundido un mensaje de Valtònyc (¿cuándo le darán el Nobel de Literatura como a Bob Dylan?) en el que insulta a los tribunales españoles, lo que demuestra el grado de deterioro institucional de la Generalitat. Ya no es un gobierno autonómico, es una secta que difunde odio hacia todo aquello que se opone a sus objetivos totalitarios.

Los separatistas, que tuvieron hace unos años el control de la hegemonía moral de la sociedad catalana a base de su dominio de las instituciones académicas, la sociedad civil organizada y los medios de comunicación ya solo dominan las mentes de sus adeptos. El resto de catalanes nos hemos liberado, porque los independentistas ya no intentan disimular que solo gobiernan para los “suyos”. Han convertido las escuelas, los ambulatorios, los cuarteles de bomberos o los hospitales en centros propagandísticos ideológicos llenos de lazos amarillos y de proclamas separatistas, y han demostrado su nula voluntad de servir a todos los catalanes.

Por eso cada vez que Torra ataca al Rey lo refuerza ante los millones de catalanes que consideramos que vivimos en Cataluña en un régimen dictatorial revestido de formas democráticas. Un sistema electoral perverso y el uso del dinero público para manipular a los votantes les da la mayoría parlamentaria, pero nada más. Y usan esa mayoría de escaños para intentar sojuzgar a los catalanes no separatistas malgastando el dinero público que debería servir para el bienestar de todos los ciudadanos.

Por eso, en Cataluña somos legión los monárquicos y no monárquicos que gritamos con orgullo “viva el Rey Felipe VI”. Porque es el último bastión ante la ofensiva de los separatistas y sus aliados populistas que intentan privarnos de nuestros derechos civiles.

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