Éste no es momento para despilfarrar en el catalán
La polarización de la sociedad es en estos momentos absoluta: o estás indignado con el socialismo o te callas porque formas parte del sistema de manera directa o indirecta. Es muy difícil mantenerse neutral cuando ves que llenar el depósito de gasolina o pagar la factura de la luz comprometen necesidades básicas. El saqueo impositivo que practica el PSOE le va a llevar a un callejón sin salida por mucho que crea que la puesta en escena de una política masiva de clientelismo le va a reportar los votos cautivos necesarios para mantenerse en el poder.
En este escenario es necesario hilar muy fino para no seguir indignando aún más a todos aquellos que no participan de ningún chiringuito o no son sindicalistas, y la decisión de Armengol de concederle un millón de euros al catalán no parece precisamente muy afortunada. La presidenta no ha sido capaz de concretar las ayudas a los transportistas de mercancías de las islas, que han convocado una huelga indefinida desde el 28 de marzo, pero en cambio ha entregado en sólo cuatro días un millón de euros a medios de comunicación en catalán y a organismos que «proyectan socialmente el catalán como lengua única». La legión de asesores a sueldo que rodean a Armengol, y que suponen el mayor gasto en satélites de la presidenta de la historia de esta Comunidad no ha hilado precisamente muy fino. Éste no es el momento para despilfarrar el dinero en el catalán.
Una vez más Armengol sigue prisionera de sus socios de gobierno, especialmente de Esquerra Republicana de Catalunya (perdón, Més per Mallorca), cuya obsesión es catalanizar las islas al precio que sea, pese al cada día más evidente rechazo que siente la sociedad por una lengua que ni siquiera es la suya, ya que lo que se impone no es la modalidad balear, sino el catalán estándar de Barcelona.
Un error. Un grave error, Armengol, que en su situación no se puede permitir aunque, como buena socialista, se crea por encima del bien y del mal. Lo único que ha conseguido es fomentar la repulsa de la sociedad balear por el catalán aunque, por supuesto, los receptores de ese millón de euros opinan precisamente lo contrario.
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