Los enfados de la trepa Yolanda Díaz

Yolanda Díaz, PSOE, Sumar

Hace un par de años Yolanda Díaz contó en una entrevista con el amigo de los etarras, Jordi Évole, que, dos años antes, se había enfadado muchísimo el día que Pablo Iglesias anunció en un vídeo que la había elegido para ser su sucesora como vicepresidenta del Gobierno de Pedro Sánchez y candidata de Podemos a presidenta. «Me enfadé muchísimo, se lo dije a él, lo escribe él en su libro. En fin, es que es una falta de respeto». «Él me designó a dedo». «No sólo le llamé cabrón, hice algo mucho peor que no voy a contar». «Me enfadé mucho, mucho, mucho». «Yo tuve una disyuntiva brutal. Recordarás. Tardé un montón de horas en poner un tuit. Y tuve una disyuntiva que era irme del Gobierno o… en fin… hacer lo que hice. Ya está, lo pensé mucho y di un paso adelante. Pero él sabe muy bien que lo pasé muy mal».

Ese montón de horas del que habla Yolanda en realidad fueron sólo 6, las que pasaron desde las 12:26 cuando Pablo Iglesias anunció el dedazo, hasta las 18:54, hora a la que ella aceptó el «honor», ilustrándolo con una fotografía en la que dirige una mirada arrobada, entre el éxtasis y la más profunda admiración, a un Pablo Iglesias extrañamente encorbatado. «Me enfadé mucho, mucho, mucho», pero se le notó poco, poco, poco, tan feliz como estaba por el ascenso conseguido.

La semana pasada, ante la noticia de que Santos Cerdán había sido enviado a prisión acusado de corrupción en la trama Koldo – PSOE, Yolanda Díaz dijo en una rueda de prensa que «estamos muy enfadados, igual que están ustedes y está el conjunto del país», «ver ayer entrar en la cárcel al número dos del Partido Socialista es una vergüenza; sin contemplaciones»; «hay que actuar ya, no hay más dilaciones, no puede ser, hay que tomar medidas claras, hay que explicar esto»; «la ciudadanía merece respeto, esto no es un problema ya del Comité Federal del PSOE del sábado, es un problema de este país, y la gente que ha votado a este Gobierno necesita absoluta confianza, transparencia y un giro copernicano». Parecía realmente enfadada otra vez.

Tan enfadada estaba de nuevo Yolanda Díaz, que el miércoles se reunió la insustancial Comisión de seguimiento del pacto del Gobierno de coalición entre PSOE y Sumar a la que ni asistió Pedro Sánchez, ni fue ella. Se sentaron alrededor de una mesa, muy sonrientes, por parte del PSOE la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, el ministro Félix Bolaños, y Rafael Simancas; mientras que la delegación de Sumar la encabezó el ministro Ernest Urtasun, acompañado de Enrique Santiago y otros dos confluentes más. Ya se sabe que no hay nada mejor para que algo no cambie que reunir a una Comisión y esta no fue una excepción. El nuevo enfado de Yolanda Díaz volvió a quedarse en nada porque no es nada más que pura pose y la cartera de vicepresidenta no la suelta ni a la fuerza.

En las pasadas elecciones, una de las propuestas de Sumar era establecer «el derecho a la alegría y el jolgorio». Pero pese a que consiguieron entrar en un Gobierno de coalición con el PSOE, en el que Sumar ha colocado a cinco ministros, entre ellos la propia vicepresidenta Yolanda Díaz; Sumar no ha logrado ningún éxito en sus aspiraciones al jolgorio y la alegría y lo único que ha conseguido Yolanda Díaz es «enfadarse mucho, mucho, mucho» una y otra vez. Lo que pasa es que Sánchez tiene calada a la líder de Sumar igual que la conocemos todos. Yolanda Díaz se enfada mucho, luego trepa un poco, sonríe y se le pasa el enfado; hasta la próxima vez que se vuelva a enfadar, que también se le pasará trepando.

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