Una dimisión embarazosa

Parecía evidente que la dimisión de la ex vicesecretaria del PSOE Adriana Lastra alegando motivos personales derivados de su condición de embarazada iba a traer cola. OKDIARIO ya se pronunció editorialmente: si Sánchez forzó a Lastra -lo que parece evidente- a renunciar al cargo, malo. Si no hubo presiones y fue Lastra la que dimitió, malo también, porque Pedro Sánchez no debería haber aceptado la renuncia de una mujer embarazada en ningún caso. Y es que un partido que presume de progresista y feminista no puede permitir que algo tan natural como un embarazo sea motivo para que una mujer deje su trabajo.
Las feministas del PSOE están que trinan y le reprochan a Pedro Sánchez que permitiera la renuncia de Adriana Lastra. Por supuesto, no se plantean la primera hipótesis: que Sánchez no se atreviera a destituirla por su condición de embarazada y el escándalo que ello podría haber provocado en la opinión pública y que la forzara a renunciar por motivos personales. Eso, que no es en absoluto descartable, sería intolerable. Lo que las feministas del PSOE reprochan a su secretario general es que aceptara la decisión de Adriana Lastra de dejar el cargo sabiendo que estaba en estado de buena esperanza. Y es que consideran que el feminismo se demuestra con hechos y no con buenas palabras y que Sánchez no tendría, por principios, que haber aceptado su dimisión. Lo que parece evidente es que la carta de Lastra justificando su renuncia por motivos personales vinculados a su embarazo fue extraña como poco. Porque que una mujer se vea obligada a dimitir al considerar incompatible su trabajo con el embarazo no es un argumento muy feminista que se diga. Más bien todo lo contrario. De modo que el embarazo de Lastra ha provocado una situación embarazosa en un partido cuya número dos ha dimitido -o la han dimitido- cuando esperaba un hijo.