Desjudicializar la política para politizar la justicia
Una vez tomada posesión el nuevo sanedrín que acompañara al presidente Sánchez en forma de Consejo de Ministros, y Ministras por supuesto, según coletilla de la nueva responsable de Igualdad que seguramente dará nuevas tardes de gloria a esa cartera. La conclusión más relevante es la nueva posición del Ministerio de Justicia. Félix Bolaños ya como biministro, figura que parece un tanto sorprendente con una composición tan nutrida de Departamentos, merece algunas consideraciones de urgencia.
En primer lugar, el que se asimilen las responsabilidades propias de la Justicia a cualquier otro departamento, revela que uno de los dos Ministerios no va a estar suficientemente atendido. Sirva el precedente, que si el bicéfalo ya venía asumiendo las responsabilidades propias de Presidencia y Relaciones con las Cortes, de notable importancia política, ello debe significar que la justicia se entiende como un simple complemento. O al menos en lo relativo a la gestión eficaz de la Administración de Justicia, y no a la simple labor de impulso legislativo. A primera vista, la cuestión nuclear del servicio público de justicia no parece que vaya a ser el centro de interés del nuevo Gabinete.
En segundo término, debe llamarse la atención que el nuevo responsable de lo judicial no ha tenido relación con los asuntos propios del ramo. Se argumentará que no todos los ministros de Justicia han sido jueces o fiscales. Incluso para alguna asociación judicial como la progresista Juezas y Jueces para la democracia eso es indiferente. Pero dado el momento crítico que vive el Poder Judicial, con un órgano de Gobierno sin renovar hace años, incidir en lo político no puede ser una buena noticia. No hay que confundir la tecnocracia con la buena gestión, pero no conocer las entrañas de la peculiar Administración de Justicia resulta llamativo.
Además, parece que el mensaje que se lanza con este nombramiento es que no se desea otra visión de lo judicial diferente a las luchas del poder. La necesaria independencia judicial amenazada por la Ley de Amnistía debería ser defendida nada menos que por uno de los ideólogos de la misma. Confiemos que cualquier atisbo de lawfare sea aventada por el nuevo titular si realmente considera necesario que se proteja la independencia. Las primeras declaraciones, incluso antes de la toma de posesión, no invitan al optimismo.
No puede desconocerse en cuarto lugar la evidencia de la competencia trifásica de un ministro que desplegará su ámbito de actuación hacia los tres Poderes del Estado. Asume y asumía Bolaños el punto de engarce del poder mediante las relaciones parlamentarias, ahora con las judiciales de la que es actor principal. Merece para el nuevo Ejecutivo, mayor atención autónoma la infancia y la juventud con Ministra a tiempo completo que el servicio público Judicial.
En definitiva, con este nombramiento se lanza un mensaje hacia los responsables del Poder Judicial marcando la prevalencia de lo político frente a las necesidades de la siempre maltratada justicia. De las leyes de eficiencia, de la modernización de la planta judicial, el respeto al sistema normativo y de la tranquilidad con la que debe mantenerse el Estado de Derecho, ninguna noticia. Por delante el poder, luego los pactos, más tarde, el poder, y al final la política. Toda la preocupación para desjudicializar presuntamente un conflicto de naturaleza política, se ha revertido prácticamente en el efecto contrario: de la desjudicialización a la politización.
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