La dedicación del Rey Felipe a los presidentes iberoamericanos
No hay duda alguna que el Rey actual cumple fielmente lo que marca la Constitución, en su artículo 56, que atribuye al monarca la más alta representación del Estado en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica. Desde el año 1996, en el que don Felipe, entonces Príncipe de Asturias, completó su formación académica con un máster en Relaciones Internacionales en la Universidad de Georgetown, el Rey ha asistido a la inmensa mayoría de las tomas de posesión de los Presidentes iberoamericanos. Se cumple en este 2021 el veinticinco aniversario de esa tarea que le fue encomendada por el entonces Gobierno socialista de Felipe González, con el visto bueno de su padre, el Rey Juan Carlos. A ambos les pareció que era bueno que la presencia del entonces heredero de la Corona en los países que mantienen el español como lengua oficial, era un trabajo importante para establecer unos lazos permanentes con los dirigentes de los países hispanos.
Lo destacable de esta labor es que el Rey Felipe se la ha tomado siempre con total interés y dedicación y que eso le ha permitido mantener un contacto profundo y estrecho con los presidentes de la comunidad iberoamericana y también con los dirigentes de la oposición en esos países que, más tarde o temprano, llegaban a alcanzar la presidencia. Desde su proclamación como Jefe del Estado, don Felipe ha participado en seis juras de presidentes iberoamericanos: las de Andrés Manuel López Obrador, de México, en 2018, el panameño Laurentino Cortizo, en 2019, el uruguayo Luis Lacalle Pou y el boliviano Luis Arce, en 2020, el ecuatoriano Guillermo Lasso Mendoza, en mayo de 2021, y Pedro Castillo, en julio de 2021.
Los contactos que mantiene el Rey en estos actos no se limitan a los políticos del país que lleva a cabo el relevo en la cúpula del poder sino que don Felipe aprovecha también para intercambiar impresiones sobre la situación en las naciones del cono sur iberoamericano, con los presidentes de otros países que se desplazan al que cambia de protagonista en la presidencia de la nación. Es el caso, en la jura del nuevo Jefe del Estado del Perú, Pedro Castillo, en cuya capital el Rey ha mantenido contacto con el Presidente de Chile, Sebastián Piñera, y el mandatario colombiano, Iván Duque.
Son otras líneas de actuación diplomática muy provechosas y que han sido muy valoradas por los sucesivos ministros de Asuntos Exteriores de España. Los titulares de esta parcela del Gobierno creen, en general, que la presencia del monarca en Iberoamérica sirve para hacer más fluidas las relaciones y que incluso ha ayudado a desatascar algunos momentos de conflicto entre el gobierno de España y algún dirigente algo levantisco en sus reivindicaciones con empresas españolas establecidas en su territorio.
El balance de esa dedicación de la monarquía a los países hispanoamericanos, al cabo de los primeros 25 años de presencia de don Felipe en los actos de toma de posesión de los nuevos Presidentes de la comunidad histórica es, visto desde un punto de vista estratégico, francamente positivo. Sería bueno que continuara en el futuro.