Deberes políticos
Septiembre es mes de recuperaciones, de achuchones de última hora para quienes el curso ha resultado un Gólgota interminable, cuyo castigo es pasarse el verano empollando cuando otros han cumplido su cometido de estudiantes aplicados. En política, el receso estival también nos ofrece la perspectiva necesaria para contemplar quién ha hecho las tareas encomendadas a su cargo y quién ha optado por las pellas parlamentarias o de gobierno. Aquí hacemos un somero repaso a los partidos y a sus deberes pendientes a la vuelta de vacaciones.
El PP ha pasado por un curso de idas y vueltas. Empujado por un inicio optimista, ha visto cómo la percepción social a su rendimiento ha decrecido. Acusado de copiar en los exámenes (elecciones con dopaje financiero), de ejercer un control férreo al resto de la clase (poca capacidad de negociar medidas en el Parlamento), quien denuncia abuso de poder y de influencia, llega al verano con algún suspenso a cuestas y la impopularidad subiendo.
Deberes para septiembre: Recuperar la confianza del profesorado (la ciudadanía), al que desencanta con su comportamiento y sus apretones de última hora, señal de mal estudiante. Necesita más firmeza en desafíos como el nacionalismo periférico, especialmente en Cataluña, o la inmigración, amén de ser más persuasivo en las medidas sociales tomadas, bien ideadas pero transmitidas de forma desigual. Y, sobre todo, ser más definitorio, de facto y forma, en su lucha contra la corrupción. El CIS sólo es un sondeo, pero constituye un aviso antes de un 2018 que será más determinante políticamente para el partido de lo que creen en Génova.
Ciudadanos es el prototipo de alumno que estudia mucho y obtiene resultados discretos. Nos recuerda a ese compañero que siempre nos decía cuando se publicaba las notas, “están bien, pero para lo que he estudiado merecía mucho más”. Es el alumno aplicado al que le gustan los exámenes escritos, pero que con el plan Bolonia y la necesidad de hacerlos también oralmente, encalla. Lo que antes redactaba bien ahora le cuesta contárselo al profesor de palabra. Debe definir en qué espacio quiere jugar. Contentar a todos es mala estrategia.
Deberes para septiembre: mejorar su metodología en las técnicas de estudio, que ayude a incrementar los resultados de sus esfuerzos de forma atractiva para la ciudadanía. La centralidad política es más poderosa que el centro, término abstracto que por mucho repetirlo no se define por sí mismo. La sustancia ideológica debe tener como contrapeso una persuasión constante. Consolidarse ya es conformarse, sobre todo cuando vienen dos reválidas que marcarán su futuro político: catalanas y andaluzas, allí donde nació y el lugar donde creció hasta ser el partido que es hoy.
El PSOE ha pasado despistado el primer semestre del curso, más preocupado en disfrutar de su legado que de seguir por la senda de crecimiento que sus fieles esperaban. Expulsado de clase con frecuencia por mal comportamiento, ahora deberá hacer propósito de enmienda si quiere regresar a los resultados de antaño.
Deberes para septiembre: articular una estrategia de ida y vuelta que pase por recuperar al votante de izquierdas tradicional sin perder al moderado, porque éste le hace impulsarse como alternativa de gobierno. Huir de radicalismos y sobre todo, de abrazar peligrosas ideas plurinacionales por cálculo electoral próximo, que a largo plazo hará huir al votante de centro-izquierda a opciones menos aventureras.
Podemos es el estudiante-excusa. Siempre tiene un argumento para defender su ausencia de estudio, aunque obtenga unos resultados sorprendentes. Le gusta más examinarse oralmente que por escrito, donde denota una acusada falta de trabajo. Va por libre y le gusta ser el representante del resto de la clase, de la que quiere ser delegado a toda costa.
Deberes para septiembre: conformarse como partido político, que todavía no lo es. Organizarse definitivamente de arriba abajo, con militantes y estructura jerárquica clara, sin confluencias ni formato asambleario o circular, bueno para el activismo de inicio, pero perjudicial a largo plazo para la conformación de secuencias políticas de adhesión mayoritaria. Corren el riesgo de ser en 2019 un partido nicho, como lo definía recientemente la antigua directora del CIS, Belén Barreiro, es decir, un partido constante y menguante del que otros comerán.