Cuatro escenarios posibles para la derecha española

Cuatro escenarios posibles para la derecha española
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El Parlamento español empieza a parecerse al que hubo hace 30 años por la cantidad de fuerzas representadas. Por ello y, a la vista del desarrollo de los acontecimientos, me atrevo a pensar en la creación de cuatro escenarios posibles que podrían ir tomando forma durante la nueva legislatura.

En primer lugar, la unión de las derechas. Siguiendo el ejemplo de la España de 1933, las tres grandes formaciones, PP, VOX y Ciudadanos podrían concurrir a unas elecciones electorales con listas conjuntas. Hace 85 años funcionó perfectamente, pero enseguida se fragmentó por las diferentes sensibilidades existentes. En la actualidad requeriría de una gran generosidad por parte de los tres partidos que ahora mismo no veo ni preparados, ni dispuestos para llevarla a cabo. El líder del PP, Pablo Casado, se lo llegó a proponer al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, para el Senado y se encontró con un ‘no’ como respuesta. Hay que recordar que el PSOE e Izquierda Unida llevaron a cabo una operación similar en las elecciones del año 2000 con el mismo mal resultado que el obtenido por los populares la semana pasada.

En segundo lugar, el hundimiento del PP y el ascenso de Ciudadanos. Esta tendencia podría concluirse que es análoga a la de otros vecinos europeos, como Francia e Italia, donde los primos hermanos del PP, Los Republicanos y Forza Italia, han quedado reducidos a la mínima expresión en favor de movimientos populistas o liberales. Rivera forma parte de la misma corriente liberal que en muchos países europeos ha estado creciendo en los últimos años y en la que se sitúa también el presidente francés, Emmanuel Macron. Sin embargo, no puede extrapolarse totalmente el caso español a Francia porque allí los socialistas también afrontan en la actualidad una de sus peores crisis existenciales. Este posible escenario tomaría fuerza si Albert Rivera pasa a ser la verdadera alternativa a los socialistas en los próximos meses, no sólo dependiendo de las próximas elecciones autonómicas y municipales, sino por dejación de los populares. De todos modos, cabe esperar que la estrategia de Pedro Sánchez en esta legislatura pase por aumentar la fragmentación de la derecha buscando el enfrentamiento entre Rivera y Casado.

Un posible tercer escenario pasa por la recuperación del voto en el PP. Para que esto ocurra creo que deben acometerse tres grandes cambios. En primer lugar, una renovación absoluta de la imagen que se proyecta. Hoy por hoy el Partido Popular no es capaz de seducir a las generaciones más jóvenes de votantes porque allí donde los jóvenes se desenvuelven e informan como son las redes sociales están copadas por “influencers” de izquierdas o más próximos a VOX y a Ciudadanos. Se ha dicho tradicionalmente que uno de los errores del PP en los gobiernos de Rajoy era haber puesto en manos de la izquierda todas las televisiones privadas de alcance nacional. Si bien eso es cierto, conviene no olvidar que es en Twitter o Instagram donde los jóvenes españoles forman sus ideas a partir de los mensajes que ‘postean’ los comunicadores digitales. Estamos en la época de la ‘política-espectáculo’ y si el PP no es capaz de competir ahí, acabará pereciendo. Otra de las cuestiones importantes es la re-ideologización del partido. Desde los 90 hasta la fecha el PP ha aglutinado a conservadores, democristianos y liberales. Ahora mismo debe elegir un modelo a seguir. No se puede ser todo. Los líderes regionales sugieren que vuelva al centro, pero no habrá manera de ir al centro si no se desplaza a la izquierda a Ciudadanos y por extensión a los socialistas, algo que es harto difícil de conseguir los medios que se dispone en la actualidad. Más bien creo que el partido de Pablo Casado debe crear un modelo de partido conservador atractivo para un público transversal. Y conservador no significa negar ser moderno, como sostiene Gregorio Luri, sino que se trata de “amar lo que heredamos de nuestros padres” para defenderlo enérgicamente. También es necesario un cambio también en las personas. Uno de los grandes méritos de hace 25 años del PP es que supo elegir a los mejores para llevar a cabo la ardua labor de ganarse la confianza mayoritaria de los españoles. La conformación de los cuadros de dirección del partido en los últimos años ha priorizado la dedocracia sobre la meritocracia y eso ha conducido a la ineptocracia.

Un cuarto escenario posible sería la fagocitación por parte de VOX a un segmento importante del PP. Algunos estudios apuntan que la formación de Santiago Abascal le ha quitado 1,4 millones de votos al PP, pero lo cierto es que VOX no es la causa de los males del PP, sino el resultado de como se han hecho de mal las cosas desde las filas populares. Considero un error que Pablo Casado comparta el argumentario de la izquierda de colocar a VOX como un partido de extrema derecha porque difícilmente se recuperará a ese votante que se votó a las listas de Abascal. Basta con ver con lo que ha hecho el PSOE en esta campaña frente a la de 2016. Ha reducido el tono crítico y despectivo a Podemos para de ese modo intentar recuperar parte de ese electorado perdido hace tres años. Y lo consiguió.

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