Cuatro consejos para el PP catalán

PP Cataluña

Primero de todo, este análisis no es una crítica a las listas electorales del PP en Cataluña. Esta formación ha conseguido un meritorio resultado, ha subido de dos a seis diputados, y sus candidatos se han volcado en las cuatro provincias. Ni a su estructura actual, que es demasiado pequeña, en buena parte por el centralismo de Génova, para el peso poblacional y electoral que tiene Cataluña. Pero hay que decir que el resultado del domingo ha sido insuficiente, por varias rémoras que vienen de lejos. Mientras en Cataluña haya ocho diputados en el Congreso claramente no secesionistas y 39 entre separatistas, sus compañeros de viaje de Sumar y unos socialistas deseosos de reeditar el Frente Popular, no habrá cambio político en España.

1. Ir en serio a por el PSC

El Partido Popular tiene que reflexionar, en serio, sobre el porqué no es el voto útil para la mayoría del electorado constitucionalista catalán. El PSC lo ha sido a menudo, y Ciudadanos lo consiguió en las autonómicas del 2015 y 2017. Es triste que una buena parte de los catalanes no secesionistas hayan comprado el discurso de Sánchez del «apaciguamiento del independentismo» tras sus pactos con ERC y Bildu. Esta situación es un grave fracaso del PP, que no ha sabido desmontar el discurso de los socialistas.

El PSC necesita, por parte del PP, la misma medicina que Alejo Vidal-Quadras le aplicó a Jordi Pujol durante años: denunciar cada día todas sus trampas y contradicciones y desmontar sus bases ideológicas. Si el PP no consigue desmontar la idea que muchos catalanes tienen de que el PSC es un partido firmemente constitucionalista, y hacerles ver lo que realmente es, una formación que pacta con Junts, CUP o ERC sin ningún tipo de problema, no tiene nada que hacer. Al final de cada rueda de prensa de algún dirigente del PP en los últimos cuatro años no habría sobrado un «por cierto, el PSC gobierna en Sant Cugat con ERC y la CUP y la Diputación de Barcelona con Junts. Por citar solo dos casos». Que se pongan a ello ya, porque tras el 28-M el PSC gobierna con ERC en tres de las cuatro diputaciones catalanas.

¿Qué es lo que pasa si no se va a por todas contra el PSC? En principio algunos entendimos que el PP apoyara a Jaume Collboni para que fuera alcalde de Barcelona en detrimento de Xavier Trias, el candidato de Puigdemont, por ser un ejercicio de política responsable. Dos meses después, los socialistas tienen la segunda alcaldía de España gracias a los populares y los socialistas van a negociar, sin ningún rubor, con el prófugo Puigdemont para garantizarse La Moncloa. Han engordado a los socialistas a cambio de nada. Moralmente, un diez para el PP. A nivel práctico, ya lo vimos el 23J: 19 diputados para el PSC, seis para los populares.

2. Una política comunicativa inexistente

El panorama mediático en Cataluña es muy desfavorable para el PP. Los grandes medios de comunicación catalanes le tratan con una actitud que oscila entre el desprecio y el «vamos a dar algo de estos que creemos que son fachas, para que no se diga». Los populares no tienen una red de medios locales que defiendan sus postulados -que son los que apoyan centenares de miles de catalanes- porque no ha sabido apoyar con firmeza a los medios pequeños y medianos no separatistas, y básicamente sobrevive del tirón de los medios nacionales que sí le prestan atención por ser uno de los dos grandes partidos de España. Eso sí, a veces con una política curiosa, porque las quejas de las redacciones locales de algunos medios nacionales sobre el porqué, desde la cúpula popular se mima más a La Vanguardia que a ellos, son constantes. Aunque la obsesión del PP (nacional y autonómico) por el diario del Grupo Godó –que no olvidemos que trata mucho mejor a Sumar-es digna de un psicoanalista, así que no lo trataremos aquí.

3. Un discurso claro

Es absurdo que el PP diga que quiere recuperar el voto de Vox y acto seguido hable de posibles acuerdos con los socialistas para garantizar la gobernabilidad. Por una parte, no consiguen que ningún votante de Vox cambie la papeleta y al legitimar a los socialistas los sitúa en el lado antisecesionista, en vez de señalar los continuos pactos del PSC con el independentismo. Y cada vez que un dirigente del PP diga «bilingüismo cordial» o «catalanismo constitucional» sólo va a conseguir perder votos en la Cataluña del 2023. Que diga «vamos a garantizar un bilingüismo real» y «Cataluña constitucionalista». Que suena bastante mejor.

4. Patearse el territorio

No es fácil ser del PP en Cataluña. Y menos aún poner una carpa en la calle u organizar un acto público, sobre todo en las poblaciones dominadas por el separatismo. Pero esta formación necesita patearse más el territorio, día a día, durante años, para conseguir calar entre la población. Hay políticos que sí lo han hecho, como –por citar algunos– Xavier García Albiol en Badalona, Manu Reyes en Castelldefels, Daniel Sirera en Barcelona o Xavi Palau en Lérida. Y les ha ido bien electoralmente. Y tienen un plan para los próximos cuatro años para seguir creciendo. Éste es el camino que el PP ha de seguir en toda Cataluña, ha de conseguir motivar a su militancia y atraer talento joven para que no sólo se instalen carpas, el PP ha de salir de sus sedes y tener presencia en los centros cívicos y en el resto de equipamientos sociales y culturales. Ha de abrirse a todo el constitucionalismo catalán para ampliar su red de apoyo. Pero en serio, no basta con un par de reuniones con asociaciones a escasas semanas de una contienda electoral para cumplir el expediente.

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