¿Cuándo va a aprender el PP a defenderse?

Me resulta un tanto inquietante tener que escribir este artículo sobre por qué el PP debería defenderse más y mejor frente a las estupideces que dice el Gobierno de ellos, pero bueno. Lo tomaremos como labor social. Después de la nueva semana fantástica para Ferraz, con el informe de Santos Cerdán a punto de caramelo, Leire la fontanera atascando cada vez más las tuberías, Teruel siempre en nuestra memoria, la tetraimputada por ahí danzando con muletas, el hermanísimo en el banquillo, el otro aforado y el Fiscal al borde de ir p’alante; llegan los listos de Moncloa y dicen que empate porque han procesado al novio de Ayuso y porque el ex Secretario de Estado de Interior en la etapa de Rajoy está en prisión provisional.
Así, como argumento innovador y a bote pronto, se me ocurriría decir que es profundamente machista hacer responsable a una señora de los delitos que presuntamente cometa su pareja. Da un poco de vergüenza ajena que tengamos que ser las mujeres fachas las que enarbolemos la bandera feminista, pero estos son los tiempos en los que hemos caído. Pienso también que, quizás, las mentes pensantes de color azul podrían argumentar que en todo caso los hechos presuntamente delictivos los cometió antes de conocer a Ayuso y, desde luego, sin que tengan absolutamente nada que ver con la labor pública o política de ella. ¿Quieren que empecemos a investigar las declaraciones de la renta de las esposas de todo el mundo? Diría que prefieren que no, que una vez que se abre esa puerta después cerrarla cuesta un montón.
Este caso, por tanto, tiene una diferencia sustancial con la tetraimputada Begoña Gómez y con David Sánchez. En el caso del entorno del Uno, ambos están investigados por haberse aprovechado de su condición de familiares del Presidente del Gobierno para obtener prebendas: ella para hacer negocios y él para obtener un puesto en la Diputación de Badajoz que no le correspondía. El novio de Ayuso no está acusado de nada que tenga que ver con la Presidenta.
En paralelo a eso, y esperando que el anterior punto haya quedado razonablemente claro, pasemos al famoso Secretario de Estado que está en prisión provisional. ¿Le han detenido por alguna decisión o robo producido mientras formaba parte del Gobierno de Rajoy? ¡No! Es un caso que tiene que ver con su labor como letrado de un hacker. Es que el PP ni se acerca a kilómetros de la cuestión, sin olvidar que este señor lleva la friolera de nueve años fuera de todo cargo de responsabilidad. ¿Hasta cuándo debe responder un partido por la vida privada de personas que fueron cargos públicos suyos hace una década? Si son del PSOE, ya sabemos la respuesta. Pues que ese rango moral se lo apliquen también los demás.
Voy a obviar la famosa foto de Feijóo con Marcial Dorado (¿de verdad alguien cree que le resta un solo voto una foto de hace 30 años?), o los ataques por la gestión de la Dana (tengo la esperanza de que llegará el día en el que todos sepan responder, como ya hacen Tellado y Ester Muñoz, que la culpa es del Júcar y por ende de Teresa Ribera), por no hablar de la madre del cordero, que son los «7291 muertos de Ayuso». ¿Se le ha ocurrido a alguien contar el número de muertos de Page, de Puig, de Lambán, de Vara o de Barbón? Imagino que no. Que el PP se defienda tan mal de ataques delirantes no es un problema para el PP, lo es para toda España. Porque mientras sus militantes, simpatizantes, amigos y votantes con asco no entiendan que no tienen absolutamente nada de lo que avergonzarse mientras batallan cruentamente contra el Gobierno del sátrapa, será imposible plantear una batalla acorde a las necesidades históricas del momento.
Estamos en el punto de mayor debilidad del Ejecutivo de los últimos siete años. Probablemente cuando procesen al Fiscal General (seguramente la semana que viene) o cuando se haga público el informe de la UCO sobre Santos Cerdán (aproximadamente en esa fecha) el castillo de naipes ya esté a punto de caramelo para explotar. Cuando llegue ese momento, más vísceras que cabeza fría: que el hartazgo social se transforme en liderazgo político.
El PP tiene que aprender a defenderse, porque mientras se deje atacar va a ser imposible darle solución a España. Sería ideal que algunos de sus dirigentes dejaran de avergonzarse de ser cargos de su partido. Aunque eso, supongo, será mucho pedir.