¿Es la crisis de la derecha europea extensible al PP?

¿Es la crisis de la derecha europea extensible al PP?

La supervivencia de los partidos en la política nacional y regional tiene sus propias barreras. A nivel nacional aquellos partidos que se sitúen por debajo del 20% empiezan a colocarse en una situación de riesgo. Y el descenso es tanto más peligroso cuanto más a la derecha se sitúe un partido político. Es decir, los partidos de extrema izquierda como en su día Izquierda Unida o ahora Podemos pueden seguir sobreviviendo con tasas de respaldo por debajo del 10% de los votos, mal, pero pueden seguir adelante. Sin embargo, en los partidos de derecha no hay registros salvo los actuales que hayan colocado a sus formaciones por debajo del 20%. Las elecciones de este año es la primera vez en las que el PP se queda en un exiguo 16,7% muy lejos del 44,63% logrado en 2011. La UCD, como formación centrista, solamente aguantó tres legislaturas con apoyos por debajo del 10% con un 6,77% (1982); 9,22% (1986) y 7,89 (1989) hasta llegar a desaparecer completamente.

Podemos ha iniciado una línea descendente que posiblemente la lleve a las tasas de Izquierda Unida en 1996, pasando del 12% al 10%. Pero eso no significa que el gran beneficiado sea el PSOE sobre todo en unos años de fuerte desgaste que vendrán por la gestión en el día a día del gobierno. De hecho, las próximas elecciones deberían significar una buena evolución para los partidos de la derecha, pero dependiendo de varios elementos que conviene reseñar.

Por un lado, nos encontramos que los partidos de derecha en Europa están experimentando un comportamiento desigual. Mientras en Francia se han vuelto a estrellar en las elecciones europeas, no ha ocurrido igual en Alemania, Austria o Hungría, donde sigue habiendo partidos que ganan las elecciones con gran distancia sobre sus inmediatos seguidores. Ya comenté en mi artículo de la semana pasada que el Partido Popular Europeo ha caído un 36% en los últimos 14 años. Si analizamos el comportamiento del PP en ese mismo período de tiempo, puede apreciarse que el descenso ha sido de 21 puntos.

El PP siempre ha ganado primeramente las autonomías y luego se ha hecho con el poder central. Y seguramente siga siendo así. Para ello, es muy importante que, tras sellar los acuerdos pendientes de gobernabilidad en ayuntamientos y comunidades autónomas, se replantee la situación en sus representaciones autonómicas. Son contados los casos donde los dirigentes regionales del PP han tomado nota de las debacles electorales. El caso del PP de la Comunidad Valenciana es bastante significativo. Nunca hasta ahora desde que hay elecciones en nuestra aún joven democracia se había quedado el PP por debajo del 20% de apoyos. Y el PP de la Comunidad Valenciana es muy importante para reconquistar el poder central.

La líder actual, Isabel Bonig, lleva perdiendo dos elecciones autonómicas. En 2014 fue elegida coordinadora general para ocupar después la presidencia regional. Un año después los populares fueron desalojados del poder mientras ella era directora de la campaña electoral y la tendencia fue mantenida hasta el pasado abril donde el PP perdió doce escaños, la mayor derrota de su historia.

La reacción de Bonig como la de otros dirigentes territoriales fue enrocarse frente a Casado queriéndole hacer ver que peores resultados han sido obtenidos por él en España. Sin embargo, no son comparables los 9 meses de Casado al frente del PP con los cinco años de Bonig en primera fila del PPCV.

El PP de la Comunidad Valenciana necesita reinventarse; renovar personas; y reconstruir su discurso. Esas tres “R” son fundamentales para plantearse seriamente rivalizar a los socialistas el control del parlamento autonómico. La autocomplacencia instalada es inverosímil y debe dar paso en los próximos meses a un nuevo impulso que sirva para salir de la irrelevancia, situar al partido en primera línea de la defensa de los intereses del electorado y, por supuesto, de la militancia.

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