La competitividad pasa por las redes sociales
Perseguir la competitividad en tiempos de cambio requiere implementar distintas estrategias, proponerse objetivos, marcar actuaciones prioritarias y además reflexionar sobre otros aspectos. Mejorar la competitividad en lo concerniente a las cuentas de resultados pasa por tres ejes primordiales. Mantener márgenes cuando no mejorarlos es actualmente, considerando la fuerte competencia existente tanto procedente del mercado nacional como foráneo, un objetivo esencial para lo cual han de buscarse mejoras operativas en un momento en el que las soluciones tecnológicas parecen dar respuesta a la mayoría de nuestros interrogantes. En esa tesitura, la reducción de costes de estructura constituye una exigencia. Es en este punto cuando conviene plantearse objetivamente si la empresa trabaja con los costes adecuados y si éstos son susceptibles de reducirse. Por ello, pensar en clave de presupuesto base cero (PBC), cuestionándose todos y cada uno de los costes en que incurre una empresa, se antoja absolutamente necesario aunque ésta es una tarea que reclama una mirada externa. A veces, nuestro día a día, nuestra propia subjetividad, impide saber desbrozar los costes y concretar cuáles de ellos son imprescindibles, en calidad y precio, para operar. Se trata de racionalizar procesos administrativos, de mejorar la eficiencia de la parte interna de la empresa, abaratando costes, ahorrando gastos, disponiendo de más y mejor información.
La reducción de gastos, ligada con el punto precedente, es el otro considerando básico. Es ahí donde bajar los costes de fabricación implantando nuevos procesos tecnológicos, manejando las ventajas de la robótica, es cardinal para fijar políticas de precios que sean competitivos y favorezcan así mejorar la facturación. Conectamos así con la eficiencia de los costes y los procesos eficientes que además de mejorar la producción y su calidad favorezcan expansiones geográficas. La apuesta por la competitividad pasa por encarar con gallardía los lances del balance que de una parte reclaman inversiones en tecnología aunque sabiéndolas mesurar y sin posponer la adquisición de activos fundamentales para afrontar la producción y de otra adecuar la financiación manejando los recursos idóneos, con endeudamiento controlado y en condiciones ventajosas como las que actualmente pueden darse.
La transformación digital, que también se confunde con las implicaciones de la llamada economía digital, es el extremo más en boga en estos momentos. El comercio online exige conocer el comportamiento y la conducta de los consumidores: quiénes son, dónde están, qué quieren y cómo lo quieren a la vez que anticiparse a sus gustos, a las tendencias de consumo. Análisis de datos a discreción, buena interpretación y sabia lectura derivando además en la concreción de precios competitivos y en aportar más valor al consumidor que, por cierto, cada vez está más y mejor informado, sabedor de muchos detalles sobre la empresa que le suministra los bienes y servicios, su calidad, su prestigio, sus condiciones laborales e incluso conociendo a sus proveedores. En definitiva, el Big Data que conlleva el análisis en tiempo real a nivel estratégico, de riesgo y de datos. Cuando el comercio online se impone surge la imperiosa necesidad de contar con una excelente logística que lo desarrolle. Si la logística funciona estupendamente, sumamos y, simultáneamente, aumenta o se multiplica la potencia de la empresa. Pero si la logística falla…
Redes sociales al poder
Sin descartar el papel capital de los responsables de marketing y comercialización en la empresa, una nueva figura va marcando el paso. Me la encuentro cada vez en más compañías. A primera vista, su aspecto es un tanto desaliñado y su vestimenta más que informal. A veces, cuando me cruzo con él o con ella, su aspecto es más playero que de oficina. Estamos ante el joven responsable de las redes sociales, el community manager a quien la empresa se encomienda en cuerpo y alma. Él sabe gestionar como nadie las redes sociales, sabe por dónde hay que introducirse, a quién hay que dirigirse, busca y encuentra al cliente, crea relaciones que las convierte en estables. Esa nueva forma de hacer marketing, de comunicar con efectividad con los clientes y de saber dar con el target, es imprescindible en esta hora. ¿Con qué motores contamos para el crecimiento? A buen seguro, la internacionalización ha dejado de ser una moda para convertirse en necesidad. El estrechamiento del mercado doméstico, el flagelo de la crisis, la devaluación salarial, los frenos en el consumo privado… Todo ello ha marcado la imposición de ampliar mercados. El objetivo inicial es abrirse al mundo, posicionarse fuera de nuestras fronteras, penetrar en mercados no explorados con anterioridad y luego, sólo después, buscar la rentabilidad.
Para ello, a menudo hay que plantearse sumar y cooperar, estableciendo alianzas que proporcionen fortaleza y robustecimiento de la dimensión a través de un crecimiento orgánico. Con frecuencia, los empresarios de pequeñas y medianas empresas son reacios a dar ese paso que cada vez resulta más imprescindible. ¿Cuáles son esos mercados prioritarios en la aventura hacia el exterior? ¡Cómo no, la Unión Europea, a donde España canaliza casi el 70% de sus exportaciones! Hay que buscar, en una primera etapa de internacionalización, territorios próximos y conocidos, donde la empresa se desenvuelva bien en sus marcos legales, donde no sea desconocida su idiosincrasia, su cultura… La siguiente fase implicará buscar mercados con economías crecientes que son los que a la larga se impondrán. Estados Unidos, Trump aparte, China… El mundo paso a paso.