A la ciclista Ribera el clima le importa una higa
Muchísimas veces las formas son reflejo del fondo. Por ejemplo, aquel vídeo en el que vimos a Pablo Iglesias tapándole la boca a Irene Montero en un mitin de Podemos o mucho más reciente, la imagen de un Pedro Sánchez desquiciado, incapaz de mantenerse callado sin interrumpir a Alberto Núñez Feijóo en el cara a cara del pasado lunes. En el primero confirmamos que, en realidad, Iglesias es un carca machista y su pareja una mujer sumisa ante su pareja. Y en la segunda toda España pudo comprobar que el presidente del Gobierno es un déspota autoritario y engreído. La imagen de la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, llegando en bicicleta a la reunión de ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea en Valladolid, acompañada de dos cochazos diésel desde los que le van haciendo fotografías, circulando por un carril bici, en sentido contrario, con uno de sus asesores sacando medio cuerpo fuera del coche, para fotografiarla mejor, no es ninguna anécdota porque tiene mucho fondo detrás.
Corrió el rumor de que los 188 kilómetros por autopista y autovía que separan Madrid de Valladolid, los había hecho movilizando el Falcon, el helicóptero Super Puma y un Airbus, igual que hizo su jefe, Pedro Sánchez, cuando se desplazó así a Valladolid para acudir a la cumbre Hispano-Portuguesa de noviembre de 2018. Pero finalmente esta noticia tan creíble fue desmentida porque se conoce que todos los medios aéreos debió llevárselos el presidente del Gobierno a la cumbre de la OTAN celebrada en Lituania y a Ribera le tocó ir en coche hasta el hotel de Valladolid, donde se pasó a la bicicleta para hacer por sentido contrario y cortando el tráfico, los 100 metros que la separaban del Museo de Arte Contemporáneo Patio Herreriano de Valladolid. Allí es donde se celebra la reunión de ministros de Medio Ambiente y Energía de la Unión Europea, y en ella se espera que Ribera y sus colegas acerquen posturas para tener una posición común en la próxima Cumbre del Clima de la ONU.
Ribera debe ser de las que piensan que, como se dice en el deporte, la mejor defensa es un buen ataque. Así que ayer, cuando la entrevistó Antonio García Ferreras en Al Rojo Vivo, la ministra trató de desviar la atención diciendo que la polémica se debía a que, «a los negacionistas del cambio climático les ha ofendido que yo coja una bicicleta». Algo así como si un ladrón pillado infraganti atracando un estanco a mano armada se defendiera diciendo que le detienen los que quieren que todos muramos de cáncer de pulmón. Un sindiós. La polémica viene porque el socialista Óscar Puente ha perdido la alcaldía de Valladolid tras dos legislaturas en las que ha estado gobernando con una coalición de Izquierda Unida y Equo. El nuevo alcalde del PP, Jesús Julio Carnero, ha llegado a un acuerdo con los tres concejales de Vox para ser investido y uno de sus primeros anuncios ha sido que van a cambiar la caótica ordenanza de movilidad impuesta por el socialista, eliminando un carril bici que ha convertido a Valladolid en una ciudad «atascada y caótica».
El paripé de los 100 metros en bici de la ministra Ribera, rodeada de coches desde los que le van haciendo fotografías, dice ella que servía para «rendir homenaje a todos los alcaldes y las alcaldesas que entienden que es fundamental trabajar por una movilidad distinta en las ciudades», como el socialista derrotado Óscar Puente. Pero el ridículo ha sido tan grande que tan bochornoso vídeo ha tenido repercusión internacional. La cadena de televisión australiana Sky News se ha mofado de la hipocresía de Teresa Ribera. «Esta gente da mala fama a los payasos», dijo el comentarista. Hasta el luchador Conor McGregor ha estallado contra el postureo del Gobierno de Sánchez. «Continúa el ridículo», escribió. Pero peor que la forma es el fondo. La verdad es que Teresa Ribera no fue en Falcon porque Sánchez lo estaba ocupando en la cumbre de la OTAN, pero a la socialista, como a todo el resto de ministros de la Unión Europea que sí acudieron a la reunión sobre el clima en sus contaminantes jets privados, el clima les importa una higa. Usan el cambio climático para imponer su ideología, y su hipocresía la pagamos los ciudadanos que no podemos mantener las carísimas consecuencias de su postureo.
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